Tiempo Ordinario/23° Salterio 3° Semana. Tomo IV
Sábado 10 Septiembre
Santos Nicolás de Tolentino pb, Pedro de Mezonzo ob.
Beatos Alfonso Navarrete y co mrs, Francisco Gárate rl.
Papa Francisco: Pensemos en los más pequeños, en los enfermos que ofrecen sus sufrimientos por la Iglesia o por otros, en muchos ancianos que están solos, que rezan y ofrecen. O en madres y padres de familia que llevan adelante con mucho esfuerzo a su familia, la educación de los hijos, el trabajo cotidiano, los problemas... pero lo hacen siempre con la esperanza en Jesús, que no presumen, pero hacen lo que pueden. Son los "santos de la vida cotidiana". Son todos los sacerdotes que no se hacen ver pero que trabajan en sus parroquias con amor: la catequesis a los niños, el cuidado de los ancianos, de los enfermos, la preparación a los recién casados... Todos los días es lo mismo, pero ellos no se aburren porque en su fundamento está la roca. Es Jesús, es esto que da santidad a la Iglesia, es esto que da esperanza. Es la santidad escondida que hay en la Iglesia, cristianos que permanecen en Jesús, y son pecadores porque todos lo somos. Y a veces, alguno de estos cristianos comete un pecado grave, pero se arrepiente, pide perdón y esto es grande: la capacidad de pedir perdón, de no confundir pecado con virtud, saber bien dónde está la virtud y dónde el pecado. Y estos están fundados en la roca y la roca es Cristo. Siguen el camino de Jesús, le siguen a Él.
PALABRA:
Decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien; y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina».
1Corintios 10,14-22; Salmo 115,12-13.17-18 • LUCAS 6,43-49
SEÑOR, quiero que mi vida responda a mi oración, mis hechos a mis palabras, mis frutos a la buena semilla que tú sembraste en mi corazón. Lo quiero yo, y tú, rico en Misericordia, lo quieres y puedes concedérmelo. Sin tu Espíritu, no puedo ser cristiano,
y es lo que más deseo: ¡Mándame tu Espíritu de la Verdad, que me enseñe a orar y a vivir de acuerdo con lo que digo en la oración! (Sigue tu oración personal).