4° del salterio
1s 58,9a/Sal 50/
Mt 9,14-15
Lunes 20 Febrero
Eleuterio; León;
Mildred; Bta. Jacinta
Marto de Fátima;
Bta. Julia Rodzinska
PALABRA:
Mateo 9,14-15
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán».
Del sacrificio, al gozo fraternal
En este tiempo de Cuaresma se nos invita al ayuno, pero entendiendo bien la palabra y su contenido. Jesús quiere que seamos capaces de compartir nuestro pan con los que no tienen. El ayuno nos ofrece así su dimensión de privación, que redunda en beneficio de otros. Por eso, ayunar es compartir, ofrecer algo de lo nuestro, no acaparar, ser conscientes de que nuestro sacrificio no se encierra en nosotros sino que traspasa las barreras de los egoísmos humanos y se convierte en pan para nuestro prójimo, o en unas cuantas monedas para solucionar algunos de sus problemas. Jesús nos plantea de nuevo su reino como una fiesta de bodas y, por tanto, como un manantial de gozos fecundos, de una nueva alegría que nos hace felices.
Señor, que nuestro ayuno cuaresmal no sea solo un gesto para ensalzar nuestro yo, o para acallar nuestra conciencia, sino todo lo contrario: renunciamos a algo nuestro para compartir con los más débiles, con los más necesitados. Hacemos así algo que no escuece sino que produce un gozo infinito.