4° del salterio
Dt 30,15-20 / Sal 1 /
Lc 9,22-25
Domingo 18 Febrero
Conrado
Confalonieri; Lucía Yi
Zhenmei; Bto. Álvaro
de Córdoba; Bto.
Jozef Zaplata
Lucas 9,22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?».
Jesús entrega su vida para salvarnos
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho», anuncia Jesús a sus discípulos. La frase tendríamos que traducirla por esta otra: el Hijo del hombre entrega su vida por la salvación de los demás. Así la entendemos mejor. A continuación, Jesús catequiza a sus discípulos con puntos que son claves en la vida cristiana: primero, hemos de negarnos a nosotros mismos, colocando en el centro de nuestra vida el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros; segundo, hemos de cargar con la cruz propia y seguir a Jesús, realizando la misión que se nos ha encomendado; tercero, hemos de saber que la posesión de todo el mundo no sirve de nada, si perdemos el alma, si frustramos nuestra vida. La pasión desembocará en la resurrección, y la cruz nos abrirá a la Luz.
Señor, haz que descubramos el hondo significado de cargar con mi cruz, es decir, de aceptar tu voluntad, tu proyecto de vida que he de realizar con fidelidad, entregándola a tu voluntad y al servicio de mis hermanos. La vida nos ha sido dada y solo se merece dándola.
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