lunes, 13 de febrero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 13/02/2017





V del T.O.
Iª del salterio

Gén 3,1-8 /Sal 31 / 
Mc 7,31-37






Catalina de Ricci; 
Jordán de Sajonia; 
Engracia

PALABRA:
Marcos 7,31-37
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».


La incomunicación humana
Vivimos la era de la comunicación pero, en buena parte, seguimos incomunicados: con nosotros mismos, con Dios, con los demás. Nos cuesta un gran trabajo establecer la sintonía. «Ábrete», dice el Señor al sordomudo y establece una comunicación nueva, para que este hombre pueda relacionarse. Justamente, después de este prodigio, la gente comenta de Jesús: «Todo lo ha hecho bien». Subraya así el evangelista la importancia que tiene el don de la comunicación. Comunicarse es abrirse al universo y sus maravillas; conectar con Dios, con su Palabra y con sus dones; entablar relación fraterna y enriquecedora con nuestro prójimo. Si no podemos comunicarnos, nos encontraremos solos, perdidos en el laberinto de mil mundos que nos oprimen, sumiéndonos en la oscuridad.

Señor, abre mis oídos para que pueda oír tu voz y escuchar tu Palabra, para que pueda relacionarme con los demás y escuchar también sus palabras. Y a la par que mis oídos, abre mi corazón al universo para que pueda comprender su lenguaje de dones y misterios.






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