miércoles, 1 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 28/02/2017




Iº de Cuaresma

1ª del salterio 
Dt26,16-19/Sal 
118/Mt 5,43-48
Martes 28 Febrero







Na Sra. Refugio
de los Pecadores;
Román; Rufino;
Bto. Ciriaco María

Sancha



PALABRA:
Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».


La palabra «enemigo» no existe para un cristiano
La palabra «enemigo» no existe para un cristiano porque ser discípulo de Cristo conlleva la esencial fraternidad de amarnos todos, incluidos los enemigos. Amar es no querer destruir al otro y hacerle el bien que se le puede hacer. Cuando se hace eso, se desarma al agresor y se deshace la amenaza. Y mantenemos nuestras verdaderas señas de identidad, que se concentran en la «filiación divina». El cambio que se nos pide no es superficial, sino que llega a lo más profundo del alma y afecta a la convivencia humana. Jesús nos muestra a Dios como Padre de ternuras y bondades. Y así, sintiéndonos sus hijos, abrimos también nuestra existencia a todo el mundo. Lo dijo Jesús: «en esto conocerán que sois mis discípulos».


«Dejar a alguien vencido es, para mí, inevitablemente, gustar la amarga derrota de la propia paz», dijo alguien que sabía de acogidas y fraternidades. Es cierto. La vida no es una lucha contra el otro sino un mar de manos abiertas para el saludo, que nos invita a una travesía feliz, a pesar de las tempestades.   



                 

martes, 28 de febrero de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 27/02/2017




Iº de Cuaresma 
lª del salterio 
Ez 18,21-28/Sal 
129/Mt 5,20-26
Lunes 27 Febrero




Gabriel de la
Dolorosa; Juan de 
Gorze; Bta. Francisca 
Ana de los Dolores 
de María; Bta.

Caridad; Bto. José 
Tous Soler



PALABRA:
Mateo 5,20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás' y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto».



El abrazo a Dios y al prójimo van unidos
Jesús nos ofrece el paisaje de nuestras relaciones humanas y nos invita a tener siempre un sentido fraternal de la historia, lejos por completo de enemistades, resentimientos e intolerancias. No podemos acercarnos al altar de Dios, ni recibir su Cuerpo y Sangre, a sabiendas de que estamos provocando sufrimientos a nuestro prójimo, o de que mantenemos la llama del odio en nuestro corazón. Jesús se hace presente en la aceptación, la acogida, el respeto y la fraternidad. Ese otro mundo o mundillo de divisiones, rivalidades y zancadillas no pertenece a una auténtica comunidad cristiana. Jesús, con sus palabras, nos lo dice alto y claro: antes de presentar tu ofrenda, reconcíliate, abre de par en par tus brazos para sentir a tu prójimo como hermano.



Señor, aleja de mi corazón todo sentimiento de rechazo a mis hermanos, toda ira contra ellos, toda envidia, todo daño. Ojalá pueda ver en cada rostro, tu rostro; en cada silueta, tu silueta. No podemos acercarnos a Ti, Señor, cuando acabamos de abandonar o de maldecir a ese prójimo nuestro que pide ayuda.

               





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