Iº de Cuaresma
1ª del salterio
Dt26,16-19/Sal
118/Mt 5,43-48
Martes 28 Febrero
Na Sra. Refugio
de los Pecadores;
Román; Rufino;
Bto. Ciriaco María
Sancha
PALABRA:
Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
La palabra «enemigo» no existe para un cristiano
La palabra «enemigo» no existe para un cristiano porque ser discípulo de Cristo conlleva la esencial fraternidad de amarnos todos, incluidos los enemigos. Amar es no querer destruir al otro y hacerle el bien que se le puede hacer. Cuando se hace eso, se desarma al agresor y se deshace la amenaza. Y mantenemos nuestras verdaderas señas de identidad, que se concentran en la «filiación divina». El cambio que se nos pide no es superficial, sino que llega a lo más profundo del alma y afecta a la convivencia humana. Jesús nos muestra a Dios como Padre de ternuras y bondades. Y así, sintiéndonos sus hijos, abrimos también nuestra existencia a todo el mundo. Lo dijo Jesús: «en esto conocerán que sois mis discípulos».
«Dejar a alguien vencido es, para mí, inevitablemente, gustar la amarga derrota de la propia paz», dijo alguien que sabía de acogidas y fraternidades. Es cierto. La vida no es una lucha contra el otro sino un mar de manos abiertas para el saludo, que nos invita a una travesía feliz, a pesar de las tempestades.
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