II de Cuaresma
2° del salterio
Jer 18,18-20 / Sal
30 Mt 20,17-28
Sábado 14 Marzo
S. Casimiro, c.
Lucio I; Capitón
PALABRA:
Mateo 20,17-28
En aquel tiempo, mientras iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará». Entonces se le acercó la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?». Contestaron: «Lo somos». Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre». Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos».
Jesús nos ofrece su visión del verdadero poder
Jesús sube a Jerusalén y sabe lo que le espera: el sufrimiento, el fracaso, la muerte por ignominia y después la plenitud de la vida. Como contraste, la madre de los Zebedeos se nos presenta pidiendo honores, poder y prestigio para sus hijos. Los Doce saben lo que hacen los jefes de los pueblos, conocen bien el poder de los que mandan y, por eso, ellos, desean lo mismo, se mueven en idénticas coordenadas. ¡Qué abismo entre la visión de Jesús y la visión de sus discípulos! «No será así entre vosotros», les dice el Señor. E introduce una de las claves de su reino: el verdadero poder es el servicio.