domingo, 19 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 18/03/2017




IV de Cuaresma
4° del salterio

Is 49,8-15 /Sal 144
hin 5,17-30





S. Cirilo de

Jerusalén, c.
Anselmo de Luca
Salvador de Horta

PALABRA:
Juan 5,17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: «Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace
este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».


Los héroes triunfan, los santos dejan que Dios triunfe en ellos. Danos, Señor, la fuerza necesaria para escuchar tus palabras, para abrir un hueco en nuestro corazón a tus enseñanzas. No se trata de cumplir el precepto con frialdad, sino de ir más allá de las observancias legales para encontrarnos contigo.










sábado, 18 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 17/03/2017



IV de Cuaresma
4° del salterio
Ez 47,1-9.12 /Sal
45 /In 5,1-3.5-16
Viernes 17 Marzo





S. Patricio, c.
Alejandro; Gabriel
Lallemant; Gertrudis
de Nivelles; Bto.
Juan Nepomuceno
Zegrí

PALABRA:
Juan 5,1-3.5-16
En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, que aguardaban el movimiento del agua. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: «Hoy es sábado y no se puede llevar la camilla». Él les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?». Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado sano, no peques más no sea que te ocurra algo peor». Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por eso los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.



Puedes agobiarte lo que quieras o puedes hacer lo que te dice Jesús: «<por qué os preocupáis? Mirad las aves del cielo que ni siembran ni siegan». Hacer lo que nos dice Jesús, imitar su forma de actuar y de caminar, ser de verdad discípulos suyos, que seguimos su voz y sus pasos.


                       



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