martes, 21 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 20/03/2017





IV de Cuaresma
4° del salterio
Sab 2,1a,12-22
Sa133 /In 71-

2.10.25-30






Martín de Braga;
Nicetas; Eufemia;

José Bilczewski



PALABRA:
Juan 7,1-2.10,25-30
En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después de que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas. Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene». Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado». Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.




Hablar de Dios superando los miedos
La fiesta de las Tiendas se celebraba en otoño, cuando los campesinos habían terminado de recoger la vendimia. Era una fiesta de agricultores que daban gracias a Dios por la cosecha. Pero lo más importante es la fuerte carga religiosa que se vivía esos días, que servían para excitar las esperanzas mesiánicas del judaísmo. En ese ambiente, Jesús se nos muestra con un gran valor para acudir hasta allí. Podía pasar cualquier cosa, pero no se deja aprisionar por el miedo. Sube a Jerusalén, va al templo y se pone a hablar. Ciertamente, para hablar de Dios hay que ser muy libres, pero, sobre todo, no hemos de tener miedo. No pasa nada. Nosotros somos la voz y Cristo es la Palabra, una palabra que se enciende en el corazón y que colocamos después en nuestros labios. A veces, podemos jugarnos la vida. O quizás siempre nos la juguemos, sobre todo, ante los poderosos de cualquier índole y condición.             



                


lunes, 20 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 19/03/2017 DÍA DE SAN JOSÉ DÍA DEL PADRE



Oficio de la s.
2Sam 7,4-5a.12-
14a.16 /Sal 88 /
Rom 4,13.16-18.22
/ Mt 1,16.18-21.24a
(o bien: Lc 2,41-51a)







S. José esposo de
María, s.
Amando; Ida; Juan;
Marcos

PALABRA:
Mateo 1,16.18-21.24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.


La fiesta de san José
Hoy celebra la Iglesia la solemnidad de san José, el esposo de María. Es como un paréntesis alegre dentro de la austeridad de la Cuaresma. Tres hermosas virtudes resplandecen en la vida de san José: primera, su fe profunda, intensa, aunque cargada de interrogantes. No le debió ser fácil ver que María «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo». Se había propuesto deshacer el acuerdo matrimonial pero «en secreto»; segunda virtud, saber cambiar de proyecto de vida cuando Dios nos lo pide. Cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños, revelándole que él tenía que ser el padre legal del Niño, lo aceptó inmediatamente «y tomó consigo a su mujer»; tercera virtud, la santidad. «Varón justo, varón santo». Hombre de bondad y de bien, trabajador incansable. San José es patrono de la Iglesia universal, de los Seminarios donde se forjan los futuros sacerdotes, de nuestras familias tan golpeadas en la sociedad de hoy.



Te pedimos, san José, esposo de María, por nuestros Seminarios, corazones de las diócesis, donde se forjan los futuros sacerdotes. La casa de Nazaret fue el p lmer Seminario del mundo y tú estuviste al frente de la Sagrada Familia, protegiéndola, alimentándola, guiándola al compás de la voluntad de Dios. Protege nuestros Seminarios y nuestras familias.  






                                     


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