lunes, 24 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 23/04/2017


Domingo 23 Abril
III de Pascua
3° del salterio
He 8,26-40/Sal 65
/Jn 6,44-51







S. Jorg y S 
Adalberto, m.J
Egidio de Asís; Juan
de Hólar; Bta. Teresa
Mª de Ia Cruz,



PALABRA:
Juan 6,44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios". Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ese ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que ha bajado del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».



Espléndidas revelaciones
Jesús nos hace en esta página del evangelio espléndidas revelaciones. Primera, « soy el pan de vida», el pan que sacia apetencias y que da vida, «vida eterna», limitación alguna, sin principio ni fin, porque decir «eterna» no es hablar de duración sino de plenitud. Segunda, «el pan que yo daré es mi carne», o lo que es lo mismo que decir que Jesús se nos da como pan, «el pan que yo daré no es solo el proyecto, sino el ejemplo de mi vida sino que soy yo mismo». Tercera, Jesús está presente en la vida de quien cree en Él. Podemos hacer una síntesis de estas hermosas revelaciones: que quiere Jesús, lo que nos ofrece a todos es vivir bien, con seguridad, con salud, con dignidad. Por eso, hablar de Jesús es conectar con ese mundo nuevo de plenitud que nos presenta y nos ofrece el evangelio. «Y yo lo resucitaré en el último día». Sin duda esta es la frase más esperanzada que se ha pronunciado sobre la faz de la tierra. Salió de labios de Jesús de Nazaret. Y, cada día, la susurra a nuestros oídos.




Señor, ¡qué bellas palabras nos dices para que descubramos, al fin, tu presencia en medio de nosotros! Tú eres el pan de vida, tú lo eres todo, estás con nosotros siempre, caminas a nuestro lado, nos prometes una vida que no tiene fronteras, que nos hará sonreír entre un continuo murmullo de esperanzas


                             



        



domingo, 23 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 22/04/2017



Sábado 22 Abril
III de Pascua
3° del salterio
He 8,16-8 / Sa165 /
In 6,35-40







Cayo; Sotero; Lucas;
Miles; Parmenio;
Bta. Ma Gabriela
Sagheddu



PALABRA:
Juan 6,35-40
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».


Jesús es el pan de vida
Jesús es el «pan de vida», o lo que es lo mismo, Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Ese «pan de vida» es diferente a la ley religiosa que dio Moisés. Jesús tiene otro proyecto mucho más importante: su propia vida, ofrecida en rescate por todos. Lo que Jesús promete es que quien tome en serio su proyecto, quien crea en Él, camine junto a Él, no pasará ni hambre ni sed. Su proyecto no consiste solo en la fría renuncia ni en las obligadas observancias. Su proyecto consiste en aceptar y formar parte de un reino de verdad, de amor, de justicia y de libertad. Para ello, es primordial encontrarnos con Él, sentir su mirada en lo más profundo del alma, abrirnos a su Palabra para encarnarla en nuestras vidas. El cristianismo es Cristo, no la fría legislación que tantas veces creemos que es su médula. Será nuestra entrega a Cristo, «el pan de vida» que va a saciar todas nuestras hambres, la que nos haga vivir de veras el cristianismo.



Señor, queremos ser tuyos, seguir tus pasos, acercarnos a Ti, estar contigo. Queremos alimentarnos de ese «pan de vida» que eres Tú, para que así no volvamos a sentir hambre. El secreto es sencillo: buscarte, encontrarte y amarte con todo nuestro corazón.





                


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