martes, 25 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 24/04/2017





Lunes 24 Abril
III de Pascua
3° del salterio
He 9,1-20/Sal 116 
/Jn 6,52-59










S. Fidel de
Sigmaringa, m.l 
Gregorio de Elvira; 
Benito Menni; 
María de Sta. Eufrasia
Pelletier

PALABRA:
Juan 6,52-59
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre qüe vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.


 Descubrir la Eucaristía           Estamos llegando al final del discurso del «pan de vida» y los judíos no acaban de entender lo que Jesús les propone. Comer la carne del Hijo del hombre y beber su sangre es algo para lo que no están preparados y, menos aún, si son palabras que entienden al pie de la letra. Por eso hay un rechazo inicial a la propuesta de Cristo. Comer la carne de Jesús es aceptarle como el nuevo Cordero pascual, cuya sangre nos libera de la esclavitud. En la Eucaristía recibimos al Cristo resucitado. Lo recibimos, realmente, de verdad. Comulgar es unirnos a Cristo de tal forma que la persona y la vida de Jesús están presentes en la vida del que comulga. Cuando descubramos plenamente el valor de la Eucaristía, buscaremos los sagrarios como oasis de felicidad.                                                                                                           

Señor, yo quiero recibirte en la sagrada comunión, sentir tu presencia real en mi vida, emocionarme con tu cercanía tan honda, tan sublime. Yo quiero pasar horas ante Ti, en el sagrario, horas de adoración, de contemplación y de diálogo personal contigo. Yo quiero saborear tu divinidad que hace resplandecer mi humanidad.                                                                                                    




lunes, 24 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 23/04/2017


Domingo 23 Abril
III de Pascua
3° del salterio
He 8,26-40/Sal 65
/Jn 6,44-51







S. Jorg y S 
Adalberto, m.J
Egidio de Asís; Juan
de Hólar; Bta. Teresa
Mª de Ia Cruz,



PALABRA:
Juan 6,44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios". Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ese ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que ha bajado del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».



Espléndidas revelaciones
Jesús nos hace en esta página del evangelio espléndidas revelaciones. Primera, « soy el pan de vida», el pan que sacia apetencias y que da vida, «vida eterna», limitación alguna, sin principio ni fin, porque decir «eterna» no es hablar de duración sino de plenitud. Segunda, «el pan que yo daré es mi carne», o lo que es lo mismo que decir que Jesús se nos da como pan, «el pan que yo daré no es solo el proyecto, sino el ejemplo de mi vida sino que soy yo mismo». Tercera, Jesús está presente en la vida de quien cree en Él. Podemos hacer una síntesis de estas hermosas revelaciones: que quiere Jesús, lo que nos ofrece a todos es vivir bien, con seguridad, con salud, con dignidad. Por eso, hablar de Jesús es conectar con ese mundo nuevo de plenitud que nos presenta y nos ofrece el evangelio. «Y yo lo resucitaré en el último día». Sin duda esta es la frase más esperanzada que se ha pronunciado sobre la faz de la tierra. Salió de labios de Jesús de Nazaret. Y, cada día, la susurra a nuestros oídos.




Señor, ¡qué bellas palabras nos dices para que descubramos, al fin, tu presencia en medio de nosotros! Tú eres el pan de vida, tú lo eres todo, estás con nosotros siempre, caminas a nuestro lado, nos prometes una vida que no tiene fronteras, que nos hará sonreír entre un continuo murmullo de esperanzas


                             



        



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