Jueves 11 Mayo
VI de Pascua
2° del salterio
He 16,11-15
/Sal 149 /Jn
15,26-16,4a
Francisco de
Jerónimo; Felisa;
Fabio; Bto. Domingo
lturrate
PALABRA:
Juan 15,26-16,4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».
Superar la violencia religiosa
Jesús previene a sus discípulos contra la violencia religiosa, que llegará a sus vidas. Y aún más: la violencia desde las mismas filas de la propia religión, que eso duele más, mucho más. «¿Cómo es posible que los nuestros, con los que compartimos la misma fe y esperanza, se revuelvan contra nosotros y nos lancemos a una lucha tantas veces encarnizada y fratricida?». Jesús advierte de esa violencia que puede llegar, que llegará desde la propia religión. Eso es muy duro: que tu propia religión te margine, te desprecie, te persiga y te amenace. Jesús les dice que los van a expulsar de la sinagoga. Y surgirá ese problema que nos sume en tinieblas: cada uno cree que Dios está en sus manos para interpretar su voluntad como mejor lo crea. Llegaríamos así a la «manipulación de Dios». El Señor promete la llegada del Paráclito para superar esas graves situaciones que pueden asaltarnos.
No hay salidas milagrosas. No hay respuestas claras. No hay caminos hechos. No habrá nunca, de este lado de la muerte, una definitiva paz. Vivir es arriesgarse, abrir camino a oscuras. Creer. Y muchas veces, contra tantas persecuciones y desesperanzas lejanas y cercanas.