martes, 23 de mayo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 23/05/2017




Martes 23 Mayo
VII de Pascua
3° del salterio
He 28,16-20.30-31
/Sal 10 /Jn
21,20-25





Ntra. Sra. del Rocío;

Juana Antida
Thouret; Bto. Julián 
de S. Agustín

PALABRA:
Juan 21,20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y este, ¿qué?». Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, a ti, ¿qué? Tú, sígueme». Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús 
que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?». Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

El «otro discípulo»
El evangelio nos habla del «otro discípulo». ¿Hace referencia a Juan? ¿Se trata de un «discípulo que no pertenecía a los Doce»? Está clara la singularidad de Pedro en la comunidad de los creyentes, pero la alusión al «discípulo amado», ¿acaso nos está abriendo la puerta a que existe otra «manera» de ser discípulo, que es la de ser especialmente amado por Jesús? De todas formas, la comunidad de Jesús es un tejido de amor entre los creyentes. Y el amor es la clave, marca todos los ritmos, fundamenta el cristianismo por sus cuatro costados. El lenguaje nuevo del «discípulo amado» nos abre ese horizonte de predilecciones de Dios, de torrentes de gracia, para los que Él elige.



Los héroes triunfan, los santos dejan que Dios triunfe en ellos. Miremos hoy a la Virgen Nuestra Señora. María quiso tener una vida sin historia, lo más clara posible, tan sumamente sencilla que sus últimos años los pasó sonriendo. Tú y yo, en cambio,
queremos una vida brillante.                                                                                                                                                                                         
                             



                              



CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 22/05/2017




Lunes 22 Mayo
VII de Pascua
3° del salterio
He 25,13-21 /Sal
102 /.1n 21,15-19






Sta. Joaquina 
Vedruna / Sta. 
Rita de Casia, m.l. 
Humildad de

Faenza; Atón; 
Miguel Hu Dinh Hi



PALABRA
Juan 21,15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».

El poder es servicio a todos
Hemos oído siempre que a aquellas tres negaciones de Pedro en la pasión, corresponden estas tres afirmaciones de fidelidad de Pedro a Jesús en la resurrección. Pero las preguntas de Jesús tienen un sentido mucho más profundo: «constituirlo pastor de sus ovejas». Pedro prolonga en la historia el servicio del Buen Pastor. El ministerio de Pedro se define por un poder y una autoridad, que, como bien nos dijera el papa Francisco al comienzo de su pontificado, es servicio: «también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José, y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los más débiles». Este es el poder que Jesucristo otorga a Pedro y a sus sucesores.

Señor, por desgracia, en todas las épocas de la historia, 
existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer, sin darse cuenta de que todo poder comporta servicio a los demás, con más cariño y entrega a lo más débiles, a los más necesitados.                                                                                                    




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