Jueves 25 Mayo
VIII del TO.
4° del salterio
Si 17,20-28 / Sa131 /
Mc 10,17-27
Stos. Beda /
Gregorio VII /
Ma Magdalena
de Pazzi, m.l.
Nª Sra. del Puy;
Vicenta María;
Magdalena Sofía
PALABRA:
Marcos 10,17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acer có uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestr bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesú le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: n matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dará falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre». Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplid desde pequeño». Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!». Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios». Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».
Lo decisivo son las obras
¡Cuántas veces hemos leído y reflexionado sobre esta escena del evangelio! ¡Siempre encontraremos nuevos ángulos, nuevos mensajes! Primero, aquel hombre se acerca a Jesús y le pregunta «qué tiene que hacer», no «qué tiene que creer», porque es ahí, en el ancho campo de la conducta humana, donde nos jugamos la verdad de nuestras vidas. Segundo, Jesús está de acuerdo con su planteamiento, acepta la pregunta y responde a ella. Para Jesús, lo importante y lo decisivo no se centra tanto en las «observancias legales» sino en la «conducta». Tercero, Jesús le recuerda los mandamientos que se refieren al prójimo. Cuarto, le plantea la libertad para el seguimiento. Será, entonces, cuando en el corazón de aquel hombre se levante el muro de las riquezas y de las posesiones humanas, como obstáculo para seguir a Jesús. Lo decisivo son las obras.