sábado, 27 de mayo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 26/05/2017




Viernes 26 Mayo
VIII del TO.
40 del salterio
Si 35,1-15 /Sa149/
Mc 10,28-31






S. Felipe Neri, m.o.

Mariana de Jesús de
Paredes; Pedro Sanz
Jordá; Eleuterio;
Desiderio (Didier) de
Vienne

PALABRA:
Marcos 10,28-31
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús dijo: «Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones—, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».



Vivir siempre disponibles
Jesús defiende la libertad para seguir sus pasos. En realidad, los apóstoles siguieron un buen tiempo ejerciendo sus oficios respectivos, pero su corazón ya estaba en vías de entrega al Señor. La libertad exige la liberación de ataduras y esclavitudes. El servicio y la entrega a Dios requiere de cada uno de nosotros la mejor disposición para seguir sus caminos, para escuchar su voz e ir allí donde nos invite. La libertad al servicio de los demás es la mística de los cristianos. Libertad para pensar y decir lo que se piensa. Libertad para defender la justicia, el bien de los excluidos y marginados. Libertad para proclamar la palabra de Dios, no atados ni maniatados a intereses.


Alguien dijo y escribió: «hay que ser fieles en libertad, rebeldemente fieles, fieles al enfadoso día a día». Seguir creyendo en libertad. Es lo que se ha llamado y proclamado, con frecuencia, la libertad de los hijos de Dios. La libertad de los que nos sentimos hijos, no esclavos.                                                




viernes, 26 de mayo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 25/05/2017





Jueves 25 Mayo
VIII del TO.
4° del salterio
Si 17,20-28 / Sa131 / 
Mc 10,17-27






Stos. Beda / 
Gregorio VII / 
Ma Magdalena 
de Pazzi, m.l. 
Nª Sra. del Puy; 
Vicenta María; 
Magdalena Sofía



PALABRA:

Marcos 10,17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acer có uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestr bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesú le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: n matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dará falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre». Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplid desde pequeño». Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!». Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios». Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».



Lo decisivo son las obras



¡Cuántas veces hemos leído y reflexionado sobre esta escena del evangelio! ¡Siempre encontraremos nuevos ángulos, nuevos mensajes! Primero, aquel hombre se acerca a Jesús y le pregunta «qué tiene que hacer», no «qué tiene que creer», porque es ahí, en el ancho campo de la conducta humana, donde nos jugamos la verdad de nuestras vidas. Segundo, Jesús está de acuerdo con su planteamiento, acepta la pregunta y responde a ella. Para Jesús, lo importante y lo decisivo no se centra tanto en las «observancias legales» sino en la «conducta». Tercero, Jesús le recuerda los mandamientos que se refieren al prójimo. Cuarto, le plantea la libertad para el seguimiento. Será, entonces, cuando en el corazón de aquel hombre se levante el muro de las riquezas y de las posesiones humanas, como obstáculo para seguir a Jesús. Lo decisivo son las obras.
           



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