Viernes 02 Junio
IX del T.O.
la del salterio
Tob 2,9-14/ Sal 111
/ Mc 12,13-17
Stos. Marcelino y
Pedro, m.l.
Erasmo de Formia;
Dictino de Astorga;
Juan de Ortega
Marcos 11,13-17
En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?». Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: «¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea». Se lo trajeron. Y él les preguntó: «¿De quién es esta cara y esta inscripción?». Le contestaron: «Del César». Les replicó: «Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios». Se quedaron admirádos.
Honestidad en «dinero y culto»
He aquí un texto evangélico, con aire de trampa a Jesús, y dos palabras que se abren a tantas discusiones e interpretaciones: «el dinero» y el «culto». No deben ser cuestiones de enfrentamientos, ni de hostilidades. Todo lo contrario. Jesús traza el camino con claridad: «practicad la justicia y la honestidad como pide la ley de Dios». «Devolved al César, lo que es del César», sin aprovechamientos personales, y «a Dios, lo que es de Dios», la honra y el respeto que, tantas veces, se le puede robar en la explotación de los más débiles, de la gente más sencilla. Jesús deja al descubierto las posibles tramas de los impuestos, tentación que se prolonga a lo largo de los siglos, y pide una conducta honesta y honrada.
Señor, es fácil ser bueno, lo verdaderamente difícil es ser justo. Tú no quieres una bondad, envuelta en procederes injustos. Nos enseñas que la honradez rebosa por todo nuestro ser.