XI del T.O.
3a del salterio
2Cor 6,1-10 / Sal 97
/ Mt 5,38-42
Sta. María
Micaela del Stmo.
Sacramento, m.l
Germana Cousin;
Vito, Modesto y
Crescencia
Mateo 5,38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas».
El don de la generosidad
Jesús nos presenta, frente a las venganzas humanas, la nueva ley de la generosidad: Jesús no solo invita a refrenar la agresividad, sino que invita a soportar la agresividad del violento. Corrige la ley antigua y va mucho más allá, estableciendo un paisaje nuevo en las relaciones humanas: no buscar el enfrentamiento, cultivar la mansedumbre, la condescendencia, la cercanía, el diálogo, el mutuo enriquecimiento. El prójimo, todo el que cruza a nuestro lado, no será ya el enemigo para abatirlo, sino el hermano para abrazarlo, abriéndole de par en par las puertas de nuestras vidas. Entonces, entrará la luz de una alegría nueva, que brota del amor. A Dios no hay quien le gane en generosidad. Y nos ofrece ese camino para sentirnos nuevos.
El mundo de hoy necesita personas que anuncien y testimonien que es Cristo quien nos enseña el arte de vivir, el camino de la verdadera felicidad, porque Él mismo es el camino de la vida. Un camino que comienza con la generosidad como bandera.