Miércoles 14 Junio
3° del salterio
Ez 17,22-24 /59191
5,6-10/ Mc
4,26-34
Eliseo; Metodio el
Confesor; Ricardo
de St. Vanne; Bta.
Ma Cándida de
la Eucaristía; Bta.
Albertina
PALABRA:
Ezequiel 17,22-24
Así dice el Señor Dios: «Arrancaré una rama del alto cedro y la plantaré. De sus ramas más altas arrancaré una tierna y la plantaré en la cima de un monte elevado; la plantaré en la montaña más alta de Israel para que eche brotes y dé fruto y se haga un cedro noble. Anidarán en él aves de toda pluma, anidarán al abrigo de sus ramas. Y todos los árboles silvestres sabrán que yo soy el Señor, que humilla los arboles altos y ensalza los árboles humildes, que seca los árboles lozanos y hace florecer los árboles secos. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré».
Salmo 9
Es bueno darte gracias, Señor.
2Corintios 5,6-10
Hermanos: Siempre tenemos confianza, aunque sabemos que mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejo del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Y es tal nues tra confianza, que preferimos desterrarnos del cuerpo y vivir junt al Señor. Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarle. Porque todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos este cuerpo.
Marcos 4,26-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega». Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas». Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con párábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado
Abrir el corazón para acoger la Palabra
Hablar de las cosas de Dios es difícil. Por eso, Jesús escoge siempre un lenguaje apropiado a sus oyentes, a la gente sencilla que le escucha, para que puedan entenderle y comprenderle bien. Jesús compara la palabra de Dios a la semilla que cae en tierra, y al grano de mostaza que, en su pequeñez, se convierte después en árbol. Dos hermosos mensajes para nosotros: primero, la fuerza que tiene en sí misma la Palabra, de tal forma que la persona que la acoge se convertirá en fuente de bienestar y de felicidad; segunda, la fuerza de la transformación está en lo pequeño, en lo insignificante, en lo débil, donde resplandecerá siempre el poder de Dios. La semilla es la gracia santificante que hemos de cultivar por los sacramentos. El fruto será siempre el de nuestras obras generosas.
Señor, prepara nuestro corazón para que sea tierra que acoge tu Palabra, la cultiva con la oración, la riega con los sacramentos, para que así dé fruto abundante en buenas obras de amor.
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