Martes 13 Junio
X del T.O.
2º del salterio
Kor 5,14-21 /Sal
102/ Mt 5,33-37 (o
bien: Lc 2,41-51)
Inmaculado
Corazón de María,
m.o.
Antonio de Padua;
Fándila; Hipólito
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no': Lo que pasa de ahí viene del Maligno».
El corazón de María
Nuestra mirada se dirige hoy a la silueta de María, a los latidos de su Inmaculado Corazón, cuya fiesta celebramos. He aquí sus destellos más hermosos: en Belén, admiración por lo que decían de su Hijo los pastores; en Jerusalén, sobresalto y sorpresa, cuando se da cuenta de que Jesús no estaba con ellos; en las bodas de Caná de Galilea, confianza absoluta en su Hijo; junto a la Cruz, el dolor de siete espadas que lo atraviesan. Y en todo momento, el cuidado amoroso en el recuerdo y en la meditación de lo que iba aconteciendo. Admiración, sobresalto, sorpresa, confianza, dolor... De labios de María salen hoy estas palabras: «Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador».
El poeta nos dejó dos versos preciosos: «Virgen María, madre, /dormir quiero en tus brazos hasta que en Dios /despierte». Lo mismo nosotros, Señora y Madre nuestra, acógenos siempre en tu Inmaculado Corazón.
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