Miércoles 28 Junio
lº del salterio
Sab 1,13-15;
2,23-24 / Sal 29 /
2Cor 8,7.9.13-15 /
Mc 5,21-43 (breve:
5,21-24.35-43)
Ireneo de Lyon;
Paulo I; Rais;
Benigno
Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia 41 diablo, y los de su partido' pasarán por ella.
Salmo 29
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
2Corintios 8,7-9,13-15
Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».
Marcos 5,21-24.35-49
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las última ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva». Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?». Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Jesús, con los más débiles
Jesús devuelve la vida a la hija del jefe de la sinagoga. Jesús está siempre de parte de los más débiles, En la reanimación de la hija de Jairo nos enseña bellísimos mensajes: primero, Jesús coge con sus manos las manos de la niña; segundo, Jesús toca y sana; tercero, transmite el calor de Dios, el aliento de vida. Las manos que matan no tienen derecho a llamarse manos cristianas; no son prolongación de las manos de Jesús. «Cristiano es el que da la mano, el' que la tiende a todos como símbolo de abrazo fraterno, de unidad, de comunión».
Comer hoy, Señor, es andar a tientas, tanto de día como de noche, entre sombras y luces, Bullicios y silencios... Y alegrarse de estar aquí, así, a tientas.
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