Sábado 10 Junio
X del T.O.
2° del salterio
2Cor 3,4-11 / Sal 98
/ Mt 5,17-19
Críspulo;Timoteo;
Amando; Mauricio;
Bto. Eduardo Pope
Mateo 5,17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los cielos».
Hacia la plenitud de nuestras vidas
La plenitud es la clave. Jesús trae una nueva ley: la del Espíritu, y Él mismo es el fin de toda ley, conforme a la expresión de Pablo en su Carta a los romanos. Cristo viene a elevar y plenificar todos los actos religiosos. San Agustín nos lo dirá con bellas ex-. presiones: «Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si está dentro de ti la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz» Cristo no ha venido a suprimir la ley y los profetas, sino a llevarlo todo a su plenitud Por eso, no tendrá sentido la norma sin Espíritu; ni la palabra, sin gesto hermoso qu la acompañe.
Señor, haz que nuestros pasos escojan siempre el sendero del amor que Tú proclamas como argumento central del cristianismo. La ley y los profetas; los preceptos religiosos y las normas disciplinares; todo lo que creemos y anhelamos ha de llevarnos a esa plenitud de vida, en la que se encuentra la verdadera felicidad.
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