miércoles, 7 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 06/06/2017

Martes 06 Junio
IX del T.O
1° del salterio
Tob 12,1.5-15.20
/Sal Tob 13/Mc

12,38-44



S. Norberto, m.I.
Marcelino
Champagnat; Alejandro
de Fiesole; Gerardo de
losTintori; Bonifacia
Rodríguez Castro



PALABRA:

Marcos 12,38-44
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa». Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Poxque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

La mirada de Jesús
¡Cómo resplandece en este pasaje la mirada de Jesús! No se queda en las apariencias sino que traspasa el corazón de la gente. Y descubre la grandeza de aquella pobre mujer que entrega, no ya una limosna, sino su propia vida. A la par, critica con dureza la vida de los letrados y fariseos, de todos aquellos que centran su ser en su aparecer, en las apariencias externas. Una cosa es la doctrina que enseñamos y otra bien distinta la forma de vivir que llevamos. Esa incoherencia es denunciada por Jesús, mientras alaba la grandeza de aquella pobre mujer viuda. No actúa para exhibirse, ni para que la gente la mire y la aplauda. Se comporta con tanta sencillez como verdad. La mirada de Jesús debe hacernos pensar y actuar con tanta limpieza como honestidad. Sobre nosotros pesa siempre el mal de la incoherencia.


«Camino que uno es, que uno hace al andar. Para que otros caminantes puedan el camino hallar». Así nosotros, con nuestro ejemplo y buen hacer como antorcha sencilla pero vibrante de nuestra fe.



           




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