domingo, 18 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 18/06/2017




Sábado 17 Junio
XI del T.O.
3° del salterio
Xor 9,6-11 /Sal
771/Mt 6,1-
6.16-18




Ismael y Samuel;
Rainiero; Nicandro;
Lancelot; Alberto
Chmielowski

PALABRA:
Mateo 6,1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a s'us discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».


Tres pilares para nuestra religiosidad
Se nos ofrecen de nuevo los tres pilares piadosos de los judíos: la oración, el ayuno y la limosna. Jesús los ilumina y los enmarca en su verdadero significado. Primero, la oración. Sin la oración, no nos ponemos a tiro de Dios, no podemos sentir su interpelación, ni experimentar su fuerza transformadora. Disfrutar de su presencia entrañable en el interior de nuestro silencio, en su compañía por el camino, y en el compromiso de amor y justicia con la humanidad. Segundo, el ayuno: hacer un hueco a la irrupción del otro y sus necesidades en nuestras agendas y programaciones. Tercero, la limosna: la ayuda solidaria, la comunicación de bienes que redistribuye riqueza, la solicitud para con las necesidades de los empobrecidos, el compromiso con la justicia. No pasar de largo ante el dolor de los demás.
                






sábado, 17 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 16/06/2017





Viernes 16 Junio
XI del TO.
3° del salterio
2Cor 8,1-9 / Sa1 145
/ Mt 5,43-48





Aureliano; Benón;
Quirico y Julita;
Lutgarda



PALABRA:
Mateo 5,43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».


Lo nuevo y lo propio del cristianismo
El planteamiento que nos hace Jesucristo sobre nuestras relaciones humanas es completamente nuevo y traspasa todas las barreras: «amar», «hacer el bien», «bendecir» y «orar». Pero la novedad reside en que estas actitudes son para todos, incluidos los enemigos. Este amor a los enemigos es lo nuevo y lo propio del cristianismo. El enemigo también está redimido por Jesús, el enemigo es mi hermano. No se trata de perdernos en disquisiciones de culpabilidades. Se trata de ahondar profundamente en lo que significa «amar» y en lo que significa también la «filiación divina». Ser hijo de Dios significa «amar a todos y siempre, incluso a los enemigos». Amar con el amor de Dios. Solo es posible si contemplamos en cada rostro el rostro de Cristo, como nos sugería la Madre Teresa de Calcuta.



Ámame más, Señor, para quererte. Búscame más para mejor hallarte. Desasosiégame por no buscarte. Desasosiégame por retenerte.                                                                                                                                                                             




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