domingo, 16 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 15/07/2017




Sábado 15 Julio
XV del T.O.
3a del salterio
Éx 3,1-6.9-12 /Sal
102 / Mt 11,25-27







S. Buenaventura, 
m.o.
José de Tesalónica; 
Angelina de 
Montegiove; 
Deusdedit; Vladimir°



PALABRA:
Mateo 11,25-27
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».


La gente sencilla
La dialéctica de los «sabios» parece que choca con la de los «sencillos». El camino del «saber» frente al camino del «ser». Pero, ¿quiénes son los sencillos? Su sentido etimológico nos dirá que son los «niños», los «lactantes», y en sentido más amplio «los incultos», «los ignorantes», todos aquellos que probablemente no saben de las altas tecnologías de la ciencia, ni de sus leyes, pero, en cambio, conocen los secretos de la vida normal, las maravillas de la naturaleza, el color de los paisajes. La gente sencilla se conforma con poco y saborea lo que tiene. Los sencillos poseen siempre la gran virtud de descubrir antes lo maravilloso y quedar fascinados por su belleza o su grandeza, como les ocurre a los niños. Los sencillos admiten el misterio como un regalo.
Señor, que el saber aumente nuestro creer en Ti, en tus maravillas, que descubrimos




a cada paso, en la familia, en la calle, en el campo, en la ciudad, en los pueblos, en los pequeños escenarios que nos han tocado vivir y que nosotros quisiéramos convertir en manantiales de agua viva, junto a Ti.








              






sábado, 15 de julio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 14/07/2017



Viernes 14 Julio
XV del T.O.
3° del salterio
Éx 2,1-15a / Sa168 /
Mt 11,20-24




S. Camila de
Lelis, m. 
Francisco Solano;
Adela


PALABRA:
Mateo 11,20-24
En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti».


¡Cómo duele el rechazo de Jesús!
¡Cómo duele a los primeros cristianos el rechazo de Jesús! De ahí, este texto que admite diversas interpretaciones. A nosotros debe servirnos para estar siempre dispuestos a la acogida del Señor. Uno de los grandes problemas puede ser el de los «corazones endurecidos». En ocasiones, podemos ser creyentes que han perdido la sensibilidad; cristianos que oyen pero no escuchan; que reciben dones y gracias pero que no reaccionan porque se les ha endurecido su corazón. Jesús nos preguntará también qué hicimos con sus dones, con sus gracias, qué hicimos con nuestras responsabilidades en bien del prójimo. El problema será nuestra respuesta y, sobre todo, esos «pecados de omisión» que tanta repercusión tienen en los demás. Serán muchos los que un día pueden reclamar las obligaciones y deberes que dejamos sin hacer.



La solidaridad no es solo un sentimiento o un festival o un cartel en el comedor. Hay que dar y darse: Sobre todo, cuando alguien pide con derecho nuestra ayuda, nuestro quehacer, nuestra obligación.

                                                                                                                                                                                                                                                  







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