Jueves 20 Julio
XVI del TO.
4° del salterio
Éx 14,5-18 / Sal
Éx 15,1-6 / Mt
12,38-42
S. Apolinar, m.l.
Elías; José Ma Díaz
Sanxurxo; Elia; Btas.
Rita Dolores Pujalte
y Francisca Aldea
PALABRA:
Mateo 12,38-42
En aquel tiempo, algunos de los escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos ver un signo tuyo». Él les contestó: «Esta generación perversa adúltera exige un signo; pero no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás. Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón».
Todos piden un signo, un milagro, aunque sea pequeño. Todos queremos una prueba, un prodigio, algo que nos haga tocar, palpar, sentir la presencia de Dios a nuestro lado. Y en muchas ocasiones, somos nosotros los que sugerimos a Dios cómo debe ayudarnos, cómo queremos que esté en nuestra vida y, a la par, cuáles son los problemas que nos tiene que solucionar. El gran signo es la muerte y resurrección del Señor, manantial de plenitudes y eternidades. La fe no consiste en protagonizar un milagro sino en abrirnos a Dios, a su Palabra que nos invita a seguirle. Él nos dirá cómo y por qué caminos. Así brotará nuestra confianza sin límites, no por los signos visibles sino por nuestro amor a Jesús.
Señor, en el silencio y en la soledad, en la tribulación y en la desolación, en los momentos de luz y en los días de tinieblas, yo quiero estar a tu lado, seguir tus pasos, confiar en tus palabras. Mi fe quiere ser la gran apuesta por Ti.