lunes, 7 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 06/08/2017




Domingo 06 Agosto
Oficio de la f. 
Dan 7,9-10.13-14 / 
Sal 96 / 2Pe 1,16-19 
/ Mc 9,2-10 






Transfiguración 
del Señor, f. 
Hormisdas; Justo 
y Pastor; Bta. Mª 
Francisca de Jesús; 
Bto. Pablo VI 

PALABRA:
Marcos 9,2-10 
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Estaban asusta-dos, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo». De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre re-sucite de entre los muertos». Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos». 


Jesús, la palabra definitiva 
¡Cuántas veces hemos escuchado, contemplado y meditado la escena de la Transfi-guración del Señor! Es, sin duda, un manantial de luz y de enseñanzas. Primera, el horizonte de esperanza que abie a nuestras vidas, tras el tránsito por los caminos de la historia; segunda, la voz del Padre celestial, presentándonos a su Hijo; tercera, esa invitación —«escuchadle»-, porque Cristo es la palabra definitiva de la historia, en la que Dios «nos lo habló todo junto y de una sola vez... y no tiene más que hablar .», como leemos en san Juan de la Cruz. Por eso, buena parte de la tarea de un cristiano ha de ser la «escucha» de las palabras de Jesús y acaso también, en muchas ocasio-nes, sus susurros. En el silencio de nuestras vidas y en lo profundo de nuestro corazón, Él nos habla, nos invita, nos conforta, nos ilumina. 




Señor, abre mis oídos de par en par para que resuene con fuerza tu Palabra, y esos mil susurros que colocas como rocío mañanero en mi alma: el consejo de un amigo, el lamento de un herido, la silueta rota y sangrante debí? hermano. 




               





domingo, 6 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 05/08/2017




XVIII del TO. 
2º del salterio 
Núm 73,7-2. 25- 
14,1.26-30.34-35 
Sal 105 / 
Mt 15,21-28  





Dedicación de la 
Basílica de Santa 
María, m.l. 
Nª Sra. de las Nieves; 
La Virgen Blanca; Bto. 
Federico Janssoone 


PALABRA:
Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tie­ne un demonio muy malo». Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contes­tó: «Solo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: «Señor, socórreme». Él le contestó: «No está bien echar a los perritos el pan de los hijos». Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que;deseas». En aquel momento quedó curada su hija.


Jesucristo mira el corazón

Son muchos los comentaristas que califican este texto como un texto enigmático: ¿acaso rechaza Jesús a aquella mujer cananea porque no es israelita? ¿Qué sentido tiene este pasaje? Vemos cómo en Jesús se produce un cambio: el paso del exclusi­vismo religioso a la aceptación y el elogio de la fe de quien pertenece a otra religión. Vemos cómo Jesús no entra en el juego de las calificaciones y descalificaciones, sino que se adentra en los corazones humanos, en sus actitudes y en sus valores: el cariño de aquella madre por su hija, su preocupación por ella, la bondad de aquella mujer que se ha visto rechazada en principio y,'desde luego, su fe y su confianza en Jesucris­to. Este es el gran tema de fondo. Por eso llega la curación, el gozo y la paz. ¡Cuánto tenemos que aprender de este pasaje, a primera vista tan extraño, del evangelio!

Mi tierra prometida eres Tú,Señor. ¡La Pascua de mi Pascua, nuestra gloria por siempre, Señor Jesús! ¡Mira nuestro corazón que ansía tu presencia!





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