martes, 15 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 14/08/2017


Lunes 14 Agosto
XIX del T.O.
3° del salterio 
Jos 24,1-13 /Sal 
135 / Mt 19,3-12






S. Maximiliano 
Mª Kolbe, m.o. 
Eusebio; Mainardo; 
Virginia; Atanasia; 
Marcelo de Apamea; 
Antonio Primaldo


PALABRA:
Mateo 19,3-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?». Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre». Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?». Él le contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer —no hablo de impureza— y se casa con otra, comete adulterio». Los discípulos le replicaron: «Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse». Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga».

El matrimonio, según el proyecto de Dios
¡Cuántas veces hemos leído este texto evangélico! El problema de fondo es el de los derechos del hombre y de la mujer en el matrimonio. ¿Puede el hombre divorciarse cuando a él le dé la gana? ¿El hombre tiene derechos que no tiene la mujer? En su respuesta a la pregunta de los fariseos, Jesús es claro: «No existe ese derecho unilateral del varón». Jesús expone el proyecto original de Dios, que no fue un proyecto de superioridad del hombre sobre la mujer, sino un proyecto de unidad e igualdad entre ambos. El matrimonio es una pequeña comunidad de amor, una escuela de virtudes, un pequeño templo para los creyentes cristianos. Su argumento central es el amor. Dos vidas que se entregan para formar una sola vida; dos corazones que se ofrecen para lograr un solo corazón. Este es el hermoso proyecto de Dios, que los hombres golpeamos con tanta saña en la sociedad de hoy.








lunes, 14 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 13/08/2017


Domingo 13 Agosto
XIX del T.O.
3º del salterio
los 3,7-10a.11.13-
17 /Sal 113A /Mt
18,21-19,1




Stos. Ponciano e
Hipólito, m.l.
Casiano; Máximo;
Benildo Pedro
Romallon; Centola



PALABRA:

Mateo 18,21-19,1
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo". El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes". El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré". Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿Ñó debías tú también tener. compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?". Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano». Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.


Señor, perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden... Es el perdón una de las grandes monedas del amor, de la reconciliación, del entendimiento entre todos nosotros. Sin perdón, resulta imposible el abrazo de verdad, el que nos une y nos transforma.



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