miércoles, 23 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 22/08/2017

Martes 22 Agosto
XX del TO.
4a del salterio
Rut 2,1-3.8-11;
4,13-17/Sal 127/
Mt 23,1-12 (o bien:
1s 9,1-6/Sal 112/
Lc 1,26-38)


Sta. María Virgen

Reina, m.o.
Felipe Benizi;
Sigfrido; Bto. Simeón


PALABRA:
Mateo 23,1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos,diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llamen maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». 

El problema de las incoherencias 
¡Cómo se palpa en este discurso de Jesús el problema de las incoherencias pastorales! Está claro que a Jesús no le preocupan tanto las ideas de los escribas y de los fariseos, sino la conducta de aquellos hombres que se presentaban como ejemplo de piedad y de religiosidad para la gente, cuando en realidad constituían un escándalo permanente. Por eso, el Señor dirá: «Haced lo que dicen, pero no hagáis lo que hacen». Hacían justamente lo contrario de lo que enseñaban. ¡Cuántas incoherencias pastorales en la vida de los cristianos! Proclamamos la presencia del Señor en la Eucaristía, y no lo visitamos. Hablamos de amor, y nos desinteresamos unos de otros terriblemente. 


Señor, haznos coherentes contigo, con nosotros mismos, con nuestros hermanos. La coherencia será la mejor arma de nuestro apostolado: decir lo que pensamos, pensar lo que decimos, hacer lo que pensamos y proclamamos.







          








martes, 22 de agosto de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 21/08/2017

Lunes 21 Agosto
XX del TO.
4º del salterio

Rut 1,1.3-6.146- 
16.22 / Sal 145 / Mt 
22,34-40




S. Pío X, m.o. 
Alejandro Hales; 
Sidonio; Bta. Victoria 
Rasoamanarivo


PALABRA:

Mateo 22,34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?». Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas».

El amor a nuestro prójimo
Ante la cantidad de preceptos y de prohibiciones que existían, era lógico que los fariseos formularan a Jesús la pregunta, aunque, como siempre, lanzada con otras intenciones: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?». Jesús responde citando el texto del Deuteronomio, pero añadiendo un segundo mandamiento: el amor al prójimo. Jesús quiere decir: «El amor al prójimo es igual de importante que el amor a Dios». Y el amor a Dios es inseparable det amor a los demás. ¡Cuántas persecuciones, condenas y muertes, en nombre de Dios! Ese amor al prójimo tendrá siempre tres hermosas características: la primera, la motivación, el hecho de descubrir la imagen y el rostro de Dios en nuestros hermanos; la segunda, la universalidad, ya que nadie queda excluido; la tercera, la eficacia, un amor que se traduce en obras concretas.



Señor, danos ese amor a los demás, primero, por Ti; segundo, que sea universal y nadie quede excluido o marginado; tercero, que lo demostremos con nuestras obras.













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