Domingo 08 Octubre
XXVII del TO.
3° del salterio
MaI3,13-20a/Sal 1
/Lc 11,5-13
Demetrio de
Tesalónica: Simeón
Lucas 11,5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle". Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos". Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?».
Pedir es sentir a Dios como Padre
A veces se ha cuestionado la oración de petición. ¿Acaso no sabe Dios lo que necesitamos en nuestras vidas? Miremos nuestro corazón: pedir tiene sentido. Es humano que cuando nos vemos en apuros, acudamos a quien nos inspira plena confianza. Alguien ha dicho que en las trincheras no hay ateos. Quizás sea cierto, porque así es la condición humana. La oración de petición tiene un primer fruto para nosotros: nos hace sentir a Dios en nuestro corazón, sobre todo en los momentos de mayor peligro. Nos hace dirigirnos a Dios con la confianza de los hijos hacia su padre. Pedir es orar desde la dificultad, en la seguridad de encontrar consuelo para el corazón.
¡Señor, en la oración de petición, abrimos el corazón, más que la vida que Tú ya conoces! ¡Te pedimos lo que necesitamos porque te sentimos como Padre de ternuras y bondades! ¡Colocamos a flor de labios•la «filiación divina»!