Sábado 28 Octubre
Oficio de la f.
Ef2,19-22/Sal 18/
Lc6,12-19
S. Simón y
S. Judas, f.
Anastasia;
Hermelinda
Lucas 6,12-19
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas •scariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Cristo va a elegir a sus apóstoles. Y como pórtico de esa elección, coloca una noche de oración en el silencio de la montaña. En la lista de los Doce, el primero que aparece es Pedro, al que cambiará de nombre, gesto que, en la cultura israelita, significa «cambiar de personalidad». Simón pasa a ser «petros», roca sólida, a pesar de sus sombras e infidelidades. Aquellos apóstoles han sido seducidos por Jesús, y en la convivencia de cada jornada, aprenderán de su Maestro lo que significa el reino de los cielos, cuáles son sus características principales y cuál será su tarea, en la que van a empeñar su vida hasta la muerte. Dos grandes lecciones para nosotros: la oración como pórtico de nuestras decisiones; la gratitud de sabernos elegidos en las manos del Señor.
Somos familia en la fracción del pan. Solo al partir el pan podrán reconocernos. Seamos pan, hermanos. Ese pan, el Cuerpo de Cristo, será vida y salvación, esperanza y resurrección.