Tiempo Ordinario/18° Salterio 2° Semana. Tomo IV
Jueves 02 Agosto
Santos Eusebio oh, Pedroj.Eymard ph
Pedro de Osma oh, Beata Juana de Aza mf
Ntra.Sra. de los Angeles
Papa Francisco: [Animo, soy yo, no tengáis miedo]. ¿Cómo se encuentra el reino de Dios? Cada uno de nosotros tiene un itinerario especial, cada uno de nosotros tiene su camino en la vida.
Para alguno el encuentro con Jesús es algo esperado, deseado, buscado por largo tiempo, como nos lo muestra la parábola del comerciante que da vueltas por el mundo para encontrar algo de valor. Para otros ocurre de forma imprevista, casi por casualidad. Esto nos recuerda que Dios se deja encontrar de una manera o de otra, porque es Él el primero que desea encontrarnos y el primero que busca encontrarnos: vino para ser el «Dios con nosotros». Y Jesús está entre nosotros, Él está aquí hoy. Lo dijo Él: Cuando os reunís en mi nombre, yo estoy entre vosotros. El Señor está aquí, está con nosotros, está en medio de nosotros.
PALABRA:
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven». Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: iiQué poca fe! ¿Por qué has dudado?». En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios». Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.
ORACIÓN:
Jeremías 30,1-2.12-15.18-22; Salmo 101,16-23.29 • MATEO 14,22-36
SEÑOR, me veo reflejado en Pedro:cuando me fío de ti puedo caminar sobre las aguas de la muerte, del sufrimiento, de la enfermedad. Pero cuando me apoyo en mis propias fuerzas, y dejo de mirarte, me hundo ante la más mínima prueba. ¡Contigo, al fin del mundo! (Sigue tu oración personal).