domingo, 3 de febrero de 2019

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO DÍA 27/01/2019


III del T.O.
3° del salterio
Heb 70,7-70 / Sal 39
/Mc 3,31-35
Domingo 27 Enero






Sta. Angela de
 Merici, m.I. 
Enrique de Ossó y 
Cervelló; Vitaliano

PALABRA:
Marcos 3,31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron a llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan». Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?». Y, paseando la mirada por el corro, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».




La voluntad de Dios es la clave
Jesús nos ofrece la clave más importante de nuestra vida: hacer la voluntad de Dios. Las relaciones de parentesco, marcadas por las culturas, por las costumbres, no se elevan a principio absoluto. Para Jesús, los más cercanos a él son aquellos que realizan en sus vidas la voluntad de Dios. Y la voluntad de Dios es que todos nos respetemos, nos ayudemos, nos queramos, nos valoremos y que no nos hagamos daño. Es importante proteger la familia, uno de los pilares, el principal sin duda, de la sociedad civil. Pero por encima de los vínculos familiares, tantas veces resquebrajados por intereses de todo tipo, hemos de buscar, encontrar y realizar la voluntad de Dios, los caminos que a él nos conducen. Lo de «hermanos», ya lo sabemos, es un semitismo —el pueblo judío es semita— que se refiere a «parientes» en sentido amplio.



Señor, haz que descubramos tu voluntad, tu proyecto sobre cada uno de nosotros, el guión que nos trazas para que lo realicemos como tarea primordial de nuestras vidas. Ahí reside la santidad.





              














CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO DÍA 26/01/2019


III del T.O.
3° del salterio
Heb 9,75.24-28 /Sal 
97 / Mc 3,22-30
Sábado 26 Enero





Stos. Timoteo y 
Tito, m.o.
Paula Romana; 
Bto. Michal Kozal

PALABRA:
Marcos 3,22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: \ \ «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con \el poder del jefe de los demonios». Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre». Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.



Los sembradores de dudas
Siempre los tendremos con nosotros. Son los sembradores de dudas, para minar nuestra fe, para distorsionar la realidad, para abonar así y propiciar el campo de los abandonos. Las grandes acusaciones contra Jesús y contra el cristianismo se centran siempre en la «descalificación»: lo que aquellos letrados ponen en cuestión es si Jesús era portador de salvación o, por el contrario, tenía un demonio dentro. Es la acusación más grave, porque así no había que creerle, ni escucharle, ni seguirle. Pero Jesús soporta las peores acusaciones y las más fuertes denuncias. Con nosotros, y muchas veces a nuestro lado, estarán siempre los sembradores de denuncias y falsedades, con el fin de desprestigiarnos, para que abandonemos nuestra fe y nuestra esperanza. Jesús nos enseña a resistir, nos enseña la perseverancia.




Tu causa, Señor, es nuestra causa. Tus actitudes, las nuestras. «Nuestro vivir es Cristo», decía san Pablo. Tú eres nuestra pasión y tu Espíritu es nuestra espiritualidad. Así de fácil.





               















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