domingo, 3 de febrero de 2019

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO DÍA 26/01/2019


III del T.O.
3° del salterio
Heb 9,75.24-28 /Sal 
97 / Mc 3,22-30
Sábado 26 Enero





Stos. Timoteo y 
Tito, m.o.
Paula Romana; 
Bto. Michal Kozal

PALABRA:
Marcos 3,22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: \ \ «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con \el poder del jefe de los demonios». Él los invitó a acercarse y les puso estas parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre». Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.



Los sembradores de dudas
Siempre los tendremos con nosotros. Son los sembradores de dudas, para minar nuestra fe, para distorsionar la realidad, para abonar así y propiciar el campo de los abandonos. Las grandes acusaciones contra Jesús y contra el cristianismo se centran siempre en la «descalificación»: lo que aquellos letrados ponen en cuestión es si Jesús era portador de salvación o, por el contrario, tenía un demonio dentro. Es la acusación más grave, porque así no había que creerle, ni escucharle, ni seguirle. Pero Jesús soporta las peores acusaciones y las más fuertes denuncias. Con nosotros, y muchas veces a nuestro lado, estarán siempre los sembradores de denuncias y falsedades, con el fin de desprestigiarnos, para que abandonemos nuestra fe y nuestra esperanza. Jesús nos enseña a resistir, nos enseña la perseverancia.




Tu causa, Señor, es nuestra causa. Tus actitudes, las nuestras. «Nuestro vivir es Cristo», decía san Pablo. Tú eres nuestra pasión y tu Espíritu es nuestra espiritualidad. Así de fácil.





               















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