sábado, 16 de febrero de 2019

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES DÍA 11/02/2019






V del T.O.
I a del salterio 
Gén 2,46-9.15-17
 /Sal 103 /Mc 
7,14-23
Lunes 11 Febrero




Na Sra. de 
Lourdes, m.I. 
Benito de Aniano; 
Gregorio II; Pascual I;
Bto. Tobías Borras

PALABRA:
Marcos 7,14-23
En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír que oiga». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina». (Con esto declaraba puros todos los alimentos). Y siguió: «Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».



Miremos hoy nuestro corazón
Los maestros de la ley afirmaban que lo impuro venía de fuera: de ahí, la necesidad de las abluciones continuas, de tantos preceptos legales. Pero llega Jesús y cambia por completo el planteamiento: lo impuro surge de dentro y está en el comportamiento ético de las personas. Solamente lo que sale del corazón, de lo más hondo de cada uno, eso es lo que nos hará malas personas. Está claro el criterio de Jesús: las cosas de este mundo, de por sí, no encierran la maldad. La maldad se la ponemos nosotros: en la utilización, en las intenciones, en los resultados. Conviene que examinemos hoy nuestro corazón para ver bien cuáles son sus verdaderos contenidos. Jesús cura y sana, yendo primero al corazón, al interior de cada persona.


Virgen de Lourdes, Señora y Madre nuestra, en este Día del Enfermo, acércate a nuestras ciudades sanitarias, a nuestros hospitales, donde el dolor hace estragos en los cuerpos yen las almas. Limpia nuestras heridas y alivia nuestros padecimientos, con tus caricias de Madre buena.




             














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