miércoles, 21 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 20/06/2017


Martes 20 Junio
XI del T.O.
3° del salterio
2Cor 12,1-10/Sal

33 / Mt 6,24-34







Juan de Matera; 
Silverio; Florentina

PALABRA:
Mateo 6,24-34
EnJquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni. siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos».


O Dios o el dinero
La disyuntiva se nos plantea con claridad en el evangelio: o el proyecto del dinero o el proyecto de Dios. El proyecto del dinero nos hace plantear nuestra vida solo en clave económica; el proyecto de Dios, en cambio, nos hace contemplar el dinero, los bienes, en clave comunitaria, es decir, gestionándolos de tal forma que haya para todos. El mundo no sale de las manos de Dios como campo de batalla, sino como escenario para el encuentro fraternal de todos, realizando así cada uno su misión. Brillarán como telón de fondo, las palabras «ganancia» y «productividad». La ganancia solamente arrolla y pasa por encima de las personas; la productividad, en cambio, busca frutos para todos. Si eliminamos el proyecto de Dios Padre, eliminaremos también a hombres con proyectos.






martes, 20 de junio de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 19/06/2017




Lunes 19 Junio
XI del T.O
3° del salterio
2Cor 11,18.21b-30/
Sa1 33 /Mt 6,19-23







S. Romualdo, m.l. 
Gervasio y Protasio; 
Juliana Falconieri; 
Modesto Andlauer; 
Remi Isoré


PALABRA:
Mateo 6,19-23
En 'aquel tiempo, dijo Jesús a sus. discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra,- donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no ha polilla ni carcoma que se los coman, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».

Tú y nadie más
«Yo y nadie más»,,gritó en su inconsciencia la poderosa Babilonia, hasta que le llegó el día en el que sus incontables grandezas se hicieron polvo con el polvo de la tierra (Is 47,10...). El Hijo de Dios nos da las pautas evangélicas a fin de que nuestras metas alcanzadas no nos arrastren al vacío y al aniquilamiento. Con qué claridad resuena su Voz: Buscad, amontonaos tesoros que sean inmunes al tiempo, a la polilla y al desgaste, a los saqueos y tragedias..., a todo tipo de deterioro. Buscad lo que permanece para siempre, sed hijos de la luz. Estos son aquellos que tienen ojos en el corazón venciendo así toda oscuridad. Oigamos al salmista: «¡Sea Dios tu delicia y Él te dará lo que pide tu corazón!» (Sal 37,4). Cuando estés abrazado a estas riquezas que te propone Jesús, dirás lo contrario que los hijos de Babilonia, aquellos que desde sus inestables alturas pregonaban ¡yo y nadie más...! Los discípulos del Señor pueden proclamar desde la Roca-Evangelio en la que han asentado su vida: ¡Tú, Dios mío, y nadie más! ¡Estoy contigo, nada me falta! (Sal 23,1).




Líbrame, Dios mío, de tener dos señores; porque uno moriría conmigo, y el otro, que serías tú, lo desconocería.

                                                                                                                                                                                                                                                              






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