jueves, 21 de julio de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 21/07/2016







Tiempo Ordinario/16º  Salterio 40 Semana. Tomo III
Jueves 21 Julio






Santos LORENZO DE BRINDIS pb dc,

Práxedes vg mr, Víctor mr, Alberico pb mr


Papa Francisco: Cuando habla al pueblo, Jesús usa muchas parábolas: un lenguaje comprensible a todos, con imágenes tomadas de la naturaleza y de las situaciones de la vida cotidiana. ¿Qué es el reino de los cielos? Jesús no se preocupa por explicarlo. Lo enuncia desde el comienzo de su Evangelio: «El reino de los cielos está cerca» —también hoy está cerca, entre nosotros—; sin embargo, nunca lo deja ver directamente, sino siempre de manera indirecta, narrando el obrar de un propietario, de un rey, de diez vírgenes... Prefiere dejarlo intuir, con parábolas y semejanzas, manifestando sobre todo los efectos: el reino de los cielos es capaz de cambiar el mundo, como la levadura oculta en la masa; es pequeño y humilde como un granito de mostaza, que, sin embargo, llegará a ser grande como un árbol.


PALABRA:
Se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les contestó: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: *Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure". ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».


ORACIÓN:
Jeremías 2,1-3.7-8.12-13; Salmo 35,6-11 • MATEO 13,10-17
SEÑOR, quiero convertirme -dirigir mi atención y mi vida toda hacia ti- para que me cures de mi sordera, de mi ceguera y de mi embotamiento de corazón. Pero, con el profeta, te pido: Conviérteme y me convertiré a ti. Porque por mis fuerzas, no puedo. MI salvación es obra de tu Misericordia: yo me dejo guiar por ti, y sé que estoy en buenas manos. (Sigue tu oración personal).


No quieren convertirse para que yo los cure.






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