Lunes 04 Septiembre
XXII del TO.
2° del salterio
Col 1,15-20/Sal 99/
Lc 5,33-39
Na Sra. de la
Consolación; Rosa
de Viterbo; Moisés;
Bonifacio I; Rosalía;
Bta. Dina Belanguer
Lucas 5, 33-39
En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber». Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, entonces ayunarán». Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y 1a pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo"».
Cristo nos invita a la felicidad compartida
Cristo nos enseña que en la vida es más importante la felicidad y el disfrute compartido que la simple privación y sacrificio. Por eso, con Cristo todo es nuevo, en metáforas e imágenes atrayentes: la presencia del «novio», el «vino bueno», del que ta hermosamente nos habló Benedicto XVI, el «traje nuevo», los «odres nuevos». Todo es novedad: paisajes alentadores, promesas luminosas. La privación por la privación y el sacrificio por el sacrificio nos pueden convertir en personas rígidas e intransigentes, que se cierran al abrazo como símbolo de compartir nuestros dones, nuestras cualidades y nuestros bienes. La presencia de Dios, el trato con Él, la escucha de su Palabra, ha de llenarnos siempre de gozo y de ternura para derramarlas después, como el buen olor de Cristo, a nuestro alrededor.
Señor, frente a los placeres y goces humanos, Tú nos ofreces la nueva felicidad: la de experimentar tu amor y tu grandeza, la de recorrer tus caminos, la de sentir tu salvación en todo momento, la de sonreír con esperanza.
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