Sábado 22 Abril III de Pascua 3° del salterio He 8,16-8 / Sa165 / In 6,35-40
Cayo; Sotero; Lucas; Miles; Parmenio; Bta. Ma Gabriela Sagheddu
PALABRA: Juan 6,35-40 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».
Jesús es el pan de vida Jesús es el «pan de vida», o lo que es lo mismo, Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Ese «pan de vida» es diferente a la ley religiosa que dio Moisés. Jesús tiene otro proyecto mucho más importante: su propia vida, ofrecida en rescate por todos. Lo que Jesús promete es que quien tome en serio su proyecto, quien crea en Él, camine junto a Él, no pasará ni hambre ni sed. Su proyecto no consiste solo en la fría renuncia ni en las obligadas observancias. Su proyecto consiste en aceptar y formar parte de un reino de verdad, de amor, de justicia y de libertad. Para ello, es primordial encontrarnos con Él, sentir su mirada en lo más profundo del alma, abrirnos a su Palabra para encarnarla en nuestras vidas. El cristianismo es Cristo, no la fría legislación que tantas veces creemos que es su médula. Será nuestra entrega a Cristo, «el pan de vida» que va a saciar todas nuestras hambres, la que nos haga vivir de veras el cristianismo.
Señor, queremos ser tuyos, seguir tus pasos, acercarnos a Ti, estar contigo. Queremos alimentarnos de ese «pan de vida» que eres Tú, para que así no volvamos a sentir hambre. El secreto es sencillo: buscarte, encontrarte y amarte con todo nuestro corazón.
Viernes 21 Abril III de Pascua 3° del salterio He 7,51-8,1a/Sal 30 /In 6,30-35
S. Anselmo de
Canterbury, m.I.
Conrado de
Parzham; Anastasio
de Antioquía
PALABRA:Juan 6,30-35 En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo"». Jesús les replicó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan». Jesús les contestó: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed».
El pan de Dios Jesús comienza a explicar a sus discípulos el significado de «ese pan de Dios que baja del cielo». No lo entienden bien. Hace alusión al maná, al alimento que ofreció el Señor cuando la huida de Egipto. El «pan de Dios» es el que da vida, pero no solo a unos pocos privilegiados sino a todo el mundo. Los judíos hablaban del «pan de Dios», refiriéndose a la Ley que Dios da a su pueblo en el desierto por medio de Moisés. En cambio, cuando Jesús habla del «pan del cielo» se está refiriendo a sí mismo. La religión de Jesús no consiste en la observancia de unas normas legales sino en el seguimiento de una Persona. Nos lo dijo Benedicto XVI, con claridad y encanto: «el cristianismo no es una ideología sino un encuentro que cambiará por completo nuestra vida». Y ese «pan de vida» podemos recibirlo cada día en la sagrada comunión.
Danos, Señor, tu pan, tu Cuerpo y tu Sangre, alimento de salvación. Nos sentiremos cristianos cuando nos encontremos contigo, escuchemos tu voz, te abramos la puerta de nuestro corazón y sigamos tus pasos, realizando tu proyecto sobre cada uno de nosotros.