Dentro de todas las esferas que definen nuestra vida, es necesario comprender un principio que, al menos para mí, reviste una importancia fundamental dentro de nuestra experiencia: Aprender a ser consecuentes.
Cada vez que juzguemos las decisiones, puntos de vista o actitudes de otras personas, se nos presenta una inmensa oportunidad de reflexión y de cambio para nosotros. En mi caso personal, yo solía ser una persona tremendamente juiciosa y crítica de mi entorno, sin ser capaz de observar siquiera mi propia actitud y mis acciones diarias. Con el tiempo, pude darme cuenta de nuestra inmensa capacidad de sinergia, y de cómo nuestro entorno nos está espejando, continuamente, aspectos de nosotros mismos. Es por ello que, antes de ver o atacar con ojo crítico a los demás, es altamente recomendable recapacitar unos momentos y redireccionar ese dedo inquisidor, gentilmente, hacia nuestro interior.
En este respecto, quiero destacar el valor de la consecuencia en tres aspectos centrales que están íntimamente relacionados: - Nuestros pensamientos: La frase “Somos lo que pensamos” es, para mi, una gran verdad. Nuestros pensamientos van dando forma a deseos, planificaciones, palabras y acciones futuras cuya intensidad y calidad dependen principalmente de nosotros. Por tanto, si pensamos de un determinado modo, es recomendable fluir en la línea de esos pensamientos, de modo de irlos integrando a nuestra realidad tangible.
- Nuestras palabras: Nuestras palabras son sumamente poderosas y, por ello, en nuestra expresión cotidiana – ya sea en persona o a través de medios digitales, cada vez más frecuentes-tengamos en cuenta que las palabras tienen un poder de llegada cada vez mayor, y que muchas veces, debido a estados como rabia o tristeza, decimos cosas de las cuales luego nos podemos arrepentir. Si bien es cierto, las disculpas sinceras son válidas y los errores humanos, es bueno prestar atención a la forma de relacionarnos con el resto, y hacerlo siendo concordantes con lo que realmente pensamos.
- Nuestras acciones: “Recibimos lo que damos” es otra de mis lecciones aprendidas. Muchas veces, caminamos y marchamos defendiendo causas nobles y justas, sin darnos cuenta que, al mismo tiempo, y en las sutilezas cotidianas, hacemos exactamente lo contrario. Cómo vamos a defender, por ejemplo, el derecho a la igualdad si estamos continuamente separando nuestras relaciones sociales y bloqueando el acceso a quienes piensan distinto a nosotros, o defendiendo campañas antibullying si solemos mofarnos o burlarnos de otros?. Todo este flujo de energía va en desmedro de nosotros, ya que no nos permite ir viviendo el día a día con un sentimiento de verdadera integridad y concordancia, y afectando, además, nuestra credibilidad hacia los demás.
Ser consecuentes, por tanto, encierra un enorme valor que no podemos dejar de lado. El ir aplicando estos principios y siempre dirigir las acciones externas hacia nosotros, buscando los puntos símiles en nuestro interior, nos permite adquirir un sentido de mayor unidad con todo, de responsabilidad y , de este modo, vivir nuestros días con mayor solidez y sentido de madurez.
El cosmos Yorúba, esta dividido en dos mitades. La derecha está habitada por las fuerzas benévolas y la parte izquierda esta habitada por las fuerzas malignas conocidas como Ajogún. Las malignas tienen ocho guerreros importantes que son: Ikú (muerte), Arún (enfermedad), Ófo (pérdida), Égbá (parálisis),Órán (problemas), Epé (maldición), Éwón (prisión, que se ha convertido más o menos en una fuerza sobrenatural en algunas sociedades contemporáneas) y la última es Ése (el resto de males no mencionados); por ejemplo, un dolor de estómago es un Ajogún al igual que la lepra o el dolor de cabeza.Estas fuerzas en total son 200+1. Los Órisá, o divinidades benévolas, que habitan el lado derecho, son 400+1 (el +1 deja la posibilidad de aumentar el número de divinidades en ambos lados). Es por eso que existen nuevas divinidades o enfermedades nuevas tales como el SIDA. Cuando los africanos entran en contacto con nuevas religiones, tienden a adaptarlas. Es por esto que el cosmos
Yorúbá es un muy elástico.y sobre poblado alfabeto místico.
¿Cómo es posible entonces que las fuerzas benévolas y malignas cohabiten en el universo?
El punto es, que no existe una relación pacifica entre estas dos fuerzas. Siempre existe el conflicto. Las fuerzas del mal, están siempre luchando contra los humanos. Por eso es que en nuestra parte del cosmos, siempre existe el conflicto. Los conflictos siempre están a la orden del día, no así la paz. Cualquier cosa que se haga involucra una clase de conflicto. Cuando se desayuna, come o cena, no únicamente se crea un conflicto sino que además posiblemente tuvo que ver con la muerte de algunas cosas en el universo. Cuando sale de su auto, pudo haber matado algunos insectos, plantas y otros microorganismos.
¿Cómo es que nosotros podremos tener paz en nuestro lado del cosmos?
Para la mayoría de los Africanos, los sacrificios se realizan con el fin de lograr que trabajen para nosotros teniendo, como resultado, paz. Los sacrificios deben involucrar a todas las fuerzas, tanto malignas como benévolas, así como a los humanos. El sacrificio, es la manera de comunicarse con las fuerzas
sobrenaturales, para hacerles presentes nuestros problemas. Una vez que los sacrificios han sido aceptados o recibidos, todas las fuerzas están comprometidas a trabajar para los humanos y así lograr resolver los problemas y lograr la paz. Los Yorúbas utilizan con frecuencia pollos para sus sacrificios. ¿Por qué es esto? El pollo, acompañó a las divinidades en su viaje del cielo a la tierra. El pollo fue quien aflojó el abono, para ser traído desde el cielo por las divinidades y así, ser esparcido, en forma acuosa, por todo el mundo, antes de que la tierra apareciera. El pollo fue el primer habitante de la tierra, es por eso que para ellos no hay problema en resolver el acertijo que dice: ¿Qué fue primero el huevo o la gallina?
El hombre tiene la tendencia de hacer uso diario de las cosas que le dan buenos resultados. Un buen ejemplo son el caballo y el camello. Por eso, cuando quiere enviar mensajes al cielo, hace uso del pollo porque recuerda que fue él quien acompañó a las divinidades en su viaje a la tierra y es un conocedor tanto del cielo como de la tierra, y por lo tanto un buen intermediario.
El sacrificio ha sido motivo de controversia entre muchos estudiosos, sin mencionar a miles de evangelistas que siguen activos en África. El sacrificio Africano ha sido mal entendido. Para Yorübá, representa la manera de reorganizar el universo a favor de los humanos. Los Africanos piensan que hablar no es suficiente para comunicarse con los seres sobrenaturales. ¿Cómo podemos estar seguros de que Olódumaré entiende nuestro lenguaje o el de todo el mundo?, ¿Cómo es que los animales, que no hablan, pueden comunicarse con Olódúmaré?
Piense en las hormigas, si Ud. pone un poco de miel en la mesa, al día siguiente encontrará hormigas. Su sentido del olfato está mucho más desarrollado que el nuestro. Es por esta razón que no debemos pensar que somos todo y lo demás es nada. Muchas personas ni siquiera pueden oler la sal o el azúcar. Por eso es que los rezos o el habla no son suficientes para comunicarse con las deidades. Cuando se lleva a cabo un sacrificio y es dedicado a la divinidad que indicada, una divinidad juguetona que comparte conocimientos de ambos lados del universo, tanto derecha como izquierda, se encarga de reportarle a Olódúmaré todo lo que pasa. Esta divinidad se llama Ésú, es buena pero las 200+1 deidades malévolas también son sus hijas.
Como puede ver, es difícil comunicarse directamente con el dios Africano. No es como en las otras religiones donde el contacto con el dios principal es directo. Además, Olódúmaré creo ambas fuerzas, el bien y el mal. Les dio Ase (energía vital) a cada lado. Nos podemos preguntar porque lo hizo. Porque sabe que un problema siempre tiene dos lados o versiones. Cuando se habla del bien se debe presuponer que también existe un mal, porque no puede existir el bien sin el mal.
Por ejemplo, si alguien enferma y a través de un medio, se le pide un sacrificio, este debe ser no sólo para las divinidades del lado derecho sino también para las del lado izquierdo. El hombre no ofrece el sacrificio
a las fuerzas de la derecha, sino a sus divinidades en la izquierda. Pero Ésú, que comparte elementos de ambos lados, es quien recibe el sacrificio y lo comparte con ambos lados, así, todos contentos. Ésú le ordenará a las fuerzas de la izquierda, que se alejen de la persona afligida. Así, es como se logra la paz, al menos temporalmente, porque mañana será otro día. Es por esto que los sacrificios deben ser ofrecidos constantemente.
Esta manera de ver la vida difícil de entender, sobre todo en Europa y América. Pero es ésta una forma interesante de ver la vida, porque implica que cada uno de nosotros es, en cierta medida, responsable de lograr prosperidad. Así que si se quiere mejorar, hay que ofrecer sacrificios. La paz y la tranquilidad no son puestas como alfombra roja frente a nadie, debe ser buscada. Sea lo que sea, que se pueda quitar o poner, para lograr que el universo sea reordenado a su favor, tendrá que ser por medio del sacrificio.
Este puede no ser con sangre o comida, sino a través de acciones. Por ejemplo, cuando una viuda ofrece limpiar el trono de Ifá cada cuatro días, bailar y cantar ahí mismo, está ofreciendo un sacrificio. La idea Yorübá sobre el sacrificio, es una importante contribución africana al pensamiento religioso, pero regularmente es mal entendido.
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