Cultivarse es crecer, la ira no hace nada por nadie, la paciencia es la madre del buen carácter, quienes la cultivan disfrutaran de larga vida
miércoles, 26 de octubre de 2016
CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 26/10/2016
Tiempo Ordinario/30º Salterio 2ª Semana. Tomo IV
MIÉRCOLES 26 OCTUBRE
Santos Albino ob, Fulco ob, Luciano y Marciano mrs,
Amando ob
Papa Francisco: El evangelio de hoy nos invita a reflexionar acerca del tema de la salvación. Jesús está subiendo desde Galilea hacia la ciudad de Jerusalén y en el camino —relata el evangelista Lucas— alguien se le acerca y le pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (13,23). Jesús responde diciendo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha». La imagen de la puerta se repite ... . varias veces en el Evangelio y se refiere a la de la casa, del hogar doméstico, donde encontramos seguridad, amor, calor. Jesús nos dice que existe una puerta que nos hace entrar en la familia de Dios, en el calor de la casa de Dios, de la comunión con Él. Esta puerta es Jesús mismo (cf. ln 10,9). Él es la puerta. Él es el paso hacia la salvación. Él conduce al Padre.
PALABRA:
Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas ense-ñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?». Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois". Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas". Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados". Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán los primeros y primeros que serán los últimos».
ORACIÓN:
Efesios 6,1-9; Salmo 144,10-14 • LUCAS 13,22-30
SEÑOR, empújame por la puerta estrecha que lleva a la vida, cuando veas que ando por el ancho camino que va a la ruina. Pongo mi vida y mi libertad en tus manos. ¡Que jamás escuche de tus labios que no me conoces, que me aleje de ti, que soy un malvado! No importa que sea el último en tu reino, con tal de estar contigo ahora y por siempre, En tu Misericordia pongo mi esperanza. (Sigue tu oración personal).
Esforzaos por entrar por la puerta estrecha.
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