II del TO.
2° del salterio
Heb 9,2-3.11-14 /
Sal 46 / 3,20-21
S. Francisco de
Sales, m.o.
Na Sra. de la Paz;
Babilas; Tirso; Xenia
PALABRA: En aquel tiempo, Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.
El desprestigio está al día
Jesucristo sufrió también el desprestigio de los suyos. Ocurre con frecuencia. Cuando no estamos de acuerdo con las ideas, las actitudes y las acciones de los demás, recurrimos a la descalificación o al insulto. Está claro que parte de su familia, probablemente los parientes más cercanos, no entienden ni aceptan la «revolución de Jesús». Y como no la entendían, se acercan, se lo quieren llevar y dicen que estaba loco. Esta página del evangelio nos previene y nos enseña a estar preparados para aceptar «descalificaciones e insultos». No pasa nada. La «locura del amor» choca siempre contra los intereses de los que no aman. Entre nosotros, esta actitud se refleja en una frase más popular: «cuando el mensaje hiere, no interesa o nos perturba, matamos al mensajero».
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