Lunes 15 Enero
Santos Francisco Fernández de Capillas y co mrs, Arnoldo Janssen pb, Tarsicia vg mr
Papa Francisco: Estar en guardia contra la tentación de olvidar la Palabra de Dios, para seguir la palabra de moda. ¡También esa de la telenovela está de moda! ¡Sigamos esa: es más divertida! .., Esa actitud de mundanidad es muy peligrosa. Bueno es el corazón abierto a la Palabra de Dios, que la recibe. Como la Virgen.
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados». Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios?». Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados", o decirle "levántate, toma la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados»... entonces le dijo al paralítico-: «Contigo hablo: Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa». Se levantó inmediatamente, tomó la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo, nunca hemos visto una cosa igual».
1Samuel 8, 4-710-22a; Salmo 88,16-19 • MARCOS 2,1-12
SEÑOR, tu palabra más importante hoy es la que fue escándalo para unos, fuera de lugar para otros, y para mí fuente de salvación: Hijo, tus pecados quedan perdonados. Es la Palabra de Dios que cura de la parálisis del alma, infinitamente más perniciosa que la del cuerpo, aunque no lo entiendan los que siguen la moda. Tú eres Dios, Amor y Misericordia. Por eso puedes y quieres perdonar mis pecados. Y, como signo inequívoco de tu divinidad, curas la parálisis que tantas veces me impide servir a los demás. (Sigue tu oración personal).
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