miércoles, 6 de junio de 2018

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 04/06/2018







Inmaculado Corazón de María
Lunes 04 Junio










Santos Pedro de Verona pb mr, Francisco Caracciolo pb,
Walter ab



Papa Francisco: En el corazón de María, joven hija de Israel, había un secreto que ella misma todavía no conocía: en el proyecto de amor de Dios estaba destinada a convertirse en la Madre del Redentor. En la Anunciación, el Mensajero de Dios la llama «llena de gracia» y le revela este proyecto. María responde «sí» y desde aquel momento la fe de María recibe una luz nueva: se concentra en Jesús, el Hijo de Dios que de ella ha tomado carne y en quien se cumplen las promesas de toda la historia de la salvación. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel.





PALABRA:
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según
 la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

ORACIÓN:
Isaías 61,9-11; Salmo: 1Samuel 2,1.4-8 • LUCAS 2,41-51
JESÚS, a tus doce años revelas a tus padres la misión divina que te trajo a la Tierra. Y María, la Madre, guardaba tus palabras en su corazón. El corazón de tu Madre latía al mismo ritmo que el tuyo. Ella es tu mejor discípula, mi mejor maestra, el más alto ejemplo de misericordia para mi vida que quiere ser cristiana. (Sigue tu oración personal).













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