Tiempo Ordinario/ 18°Salterio 2° Semana. Tomo IV
Lunes 06/08/2016
TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR.
Santos Justo y Pastor mrs, Hormisdas pp
Papa Francisco: "Qué bien se está aquí", exclamó Pedro, después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿Podemos repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros es bueno estar aquí, en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace presente en medio de nosotros. Y en el Evangelio hemos escuchado también las palabras del Padre: "Este es mi Hijo, el escogido, escuchadlo". Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también nosotros queremos acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque precisamente acogiendo A Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría.
PALABRA:
Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar.Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle». Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
ORACIÓN:
2Pedro 1,16-19; Salmo 96,1-2.5-6.9 • LUCAS 9,28b-36
SEÑOR, qué bien se está contigo cuando todo marcha bien: Moisés, Elías, tu aspecto radiante. Yo me quedo con la palabra del Padre, que vale para tiempos de gloria y de dolor, como en Getsemaní y en el Calvario: Este es mi Hijo, escuchadle. Soy todo oídos, habla, Señor, que tu siervo escucha atento qué quieres de mí. Todo lo espero de tu Palabra, testigo de tu Misericordia y decidido a ser misericordioso. (Sigue tu oración personal).
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