Salterio 3° Semana. Tomo I Adviento/3°
Martes 11 Diciembre
Santos DÁMASO 1 pp, Maravillas de Jesús vg, Daniel pb,
Sabino ob
Papa Francisco: No sabemos cómo fueron los últimos días de Juan: se sabe sólo que fue asesinado y que su cabeza acabó sobre una bandeja como gran regalo de una bailarina a una adúltera. Creo que no se puede descender más, rebajarse. Sin embargo, sabemos lo que sucedió antes, durante el tiempo que pasó en la cárcel: conocemos las dudas, la angustia que tenía; hasta el punto de llamar a sus discípulos y mandarles a que hicieran la pregunta a la Palabra: ¿Eres tú o debemos esperar a otro? Porque no se le ahorró ni siquiera la oscuridad, el dolor en su vida. El modelo que nos ofrece hoy Juan es el de una Iglesia siempre al servicio de la Palabra; una Iglesia-voz que indica la Palabra, hasta el martirio.
PALABRA:
• Isaías 35,1-6a.10: El desierto y el yermo se regocijarán, se ale-
grarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se ale- grará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará, y volverán los rescatados del Señor. Vendrán a Sion con cánticos: en cabeza, alegría perpetua, siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.
• Salmo 145,7-10: Ven, Señor, a salvarnos.
Santiago 5,7-10: Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta.Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
MATEO 11,2-11: Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí!». Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver?, ¿un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta: él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti». Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
ORACIÓN:
JESÚS, entre las maravillas que han de contar al Bautista -que sufre en la cárcel una dura crisis de fe- parece que hay una incoherencia: los pobres deberían ser enriquecidos, como los ciegos ven y los inválidos andan. Pero tú no quieres para los pobres cualquier riqueza, sino la mayor: ser evangelizados. Lo demás también, pero por añadidura. (Sigue tu oración personal).
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