Tiempo Ordinario/31 Salterio 3ªSemana. Tomo IV
Domingo 04 Noviembre
Santos Carlos Borromeo oh,
Vital y Agrícola mrs, Modesta ah, Felix de Valois ph
Papa Francisco: ¿Cómo ha llegado este administrador del Evangelio a este punto de engañar, de robar a su señor? ¿Cómo ha llegado, de un día para otro? ¡No! Un día una propina aquí, otro un soborno allá y así poco a poco se llega a la corrupción. El camino de la mundanidad de estos enemigos de la Cruz de Cristo es así, te lleva a la corrupción. ¿Y cómo termina este hombre? Robando abiertamente... ¿Pero yo tendré algo de estos?, ¿tendré algo de la mundanidad dentro de mí?, ¿algo del paganismo? ¿me gusta presumir?, ¿me gusta el dinero?, ¿me gusta el orgullo, la soberbia? ¿Dónde tengo mis raíces, es decir, de dónde soy ciudadano? ¿Del cielo o de la tierra? ¿Dónde te lleva esta ciudadanía que tú tienes en tu corazón? Esa mundana a la ruina, la de la Cruz de Cristo al encuentro con Él.
PALABRA:
Dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido". El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza.Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa". Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?". Este respondió:
"Cien barriles de aceite". Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate escribe cincuenta". Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?". Él respondió: "Cien fanegas de trigo". Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta".Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz».
ORACIÓN:
Filipenses 3,17-4,1; Salmo 121,1-5 • LUCAS 16,1-8
SEÑOR, queda claro que"mis" bienes no son míos, sino tuyos. Tú me los has dejado para que te los administre bien y nunca te llegue la denuncia de que derrocho tus bienes. Quisiera que los hijos de este mundo no me aventajaran en sagacidad para ofrecerte una administración más justa y eficaz, como tienes todo el derecho a esperar de mí. Es mucho lo que recibo de tu Misericordia: mi respuesta no puede ser irresponsable. (Sigue tu oración personal).
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