miércoles, 20 de abril de 2016

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 20/04/2016

Tiempo Pascual/4°            Salterio 4° Semana. Tomo II
Miércoles 20 Abril




Santos Inés de Montepulciano vg, Aniceto pp,
Secundino mr, Marcelino ob



Papa Francisco: La visión de los signos de Jesús precede a la fe, como en el caso de aquellos judíos que, tras la resurrección de Lázaro, «al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él» (in 11,45). Otras veces, la fe lleva a una visión más profunda: «Si crees, verás la gloria de Dios» (in 11,40). Al final, creer y ver están entrelazados: «El que cree en mí [...1 cree en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado» (Jn 12,44-45). Gracias a la unión con la escucha, el ver también forma parte del seguimiento de Jesús, y la fe se presenta como un camino de la mirada, en el que los ojos se acostumbran a ver en profundidad.





PALABRA: 
Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado.Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado.
Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar.Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre».




ORACIÓN:
Hechos 12,24-25 - 13,1-5; Salmo 66,2-8 • JUAN 12,44-50
JESUCRISTO, tú eres la luz que alumbra mis pasos en el caminar por este mundo de tinieblas y falsos maestros. Pero temo escuchar y leer tu palabra y no cumplirla: tú  sabes que esa palabra de vida cae en mi débil vasija de barro. Ten misericordia de mí, ten paciencia conmigo. Tengo muy claro que jamás te rechazaré conscientemente. Creo en ti, y creo en el Padre que te ha enviado. Y os ofrezco mi vida para que, con el Espíritu, hagáis vuestra morada. (Sigue tu oración personal).








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