viernes, 31 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 30/03/2017


2° del salterio
1s 42,1-7 / Sal 26/
In 12,1-11
Jueves 30 Marzo








Nª Sra. de la Estrella;
Juan Clímaco;
Bautista Spagnoli

PALABRA
Juan 12,1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Iázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?». Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis». Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Jesús es vida
Se acerca la pasión y muerte de Jesús. Se palpa en el ambiente. La trama avanza, por parte de los fariseos. Y, sin embargo, esta escena simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte: la mesa compartida, la amistad servicial de Marta, la unción de los pies, la fragancia que llena la casa. Jesús quiso celebrar el don de la vida en plenitud: también es vida la amistad, la gratitud, la estética, la relación de unos con otros en un clima de diálogo, de comprensión, de alegría. Jesús es vida. Los sumos sacerdotes son muerte. No solo han decidido matar a Jesús, buscando ya la ocasión más propicia, sino que, además, quieren matar a Lázaro, porque su vuelta a la vida atrae a las multitudes. Un cristianismo que no se viviera con alegría, un cristianismo que no se abre continuamente a los mejores frutos de vida y de entendimiento, de mejora de todo y de enriquecimiento de todos con nuestras mejores cualidades, en presencia del Señor, no podemos llamarlo cristianismo verdadero.







jueves, 30 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MIÉRCOLES 29/03/2017





2° del salterio 
Procesión: Mc 11,1
10. Misa: /5 50,4-7 
/Sal 21 / Flp 2,6-11 
/ Mc 14,1-15,47 
(breve: 15,1-38)
Miércoles 29 Marzo




Palmira;

Eustasio; Jonás; 
Mácula; Pastor; 
Gladys y Gundleus


PALABRA:
Isaías 50,4-7
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.




Salmo 21
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?





Filipenses 2,6-11
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.



Marcos 15, 1-38
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». C. Él respondió: ID «Tú lo dices». Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo: O. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti». C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó: O. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: O. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?». C. Ellos gritaron de nuevo: M. «¡Crucifícalo!». Pilato les dijo: O. «Pues, ¿qué mal ha hecho?». C. Ellos gritaron más fuerte: M. «¡Crucifícalo! ». C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: M. «¡Salve, rey de los judíos!». 
Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: M. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz». C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo: O. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos». C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la medid tarde, Jesús clamó con voz potente:  «Eloí, Eloí, lamá sabaktani> Que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían: M. «Mira está llamando a Elías». C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo». C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo «Realmente este hombre era Hijo de Dios».

Las tres Semanas Santas
Hoy se alza el telón de la Semana Santa: la celebración del drama de la pasión y muerte de Cristo, y su gloriosa resurrección. Vivimos los grandes misterios del cristianismo. Bien podemos hablar de «tres celebraciones de la Semana Santa» o de «tres Semanas Santas». Primera, la Semana Santa de los templos, la de la liturgia de Ia Iglesia, en la que ojalá todos participemos, abriéndonos a la Palabra de Dios y a su torrente de gracias y de dones. Segunda, la Semana Santa de la calle, de la mano de las Hermandades y Cofradías, la de la religiosidad popular, la de los nazarenos y penitentes, la de los Cristos y Vírgenes, en sus imágenes impresionantes —«mediaciones de la humanidad del Señor y de su Madre Santísima»—, contemplada desde las aceras por la multitud, ensalzada por su ornato y representación de los grandes misterios de nuestra redención, rebosante de símbolos que nos calan profundamente. Tercera, la Semana Santa del corazón, la que vivirá cada uno de nosotros en su interior, recibiendo la salvación de Dios, tras el perdón de nuestros pecados. Podríamos hablar de una última Semana Santa, la de todos aquellos que no celebrarán ninguna, porque se quedan al margen del mundo religioso, porque se alejan de él con desprecio o porque no tienen tiempo ni lugar para vivirlo.

Señor, queremos vivir la Semana Santa mirando la Cruz, siguiendo aquel consejo de Teresa de Jesús a sus monjas ante un crucifijo, cuando les decía: «No os pido que penséis mucho, tan solo os pido que le miréis». Queremos mirarte a Ti, Señor, y recibir tu salvación.

   


              


miércoles, 29 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 28/03/2017


V de Cuaresma
1° del salterio
Ez 37,21-28/Sal
ler 31,10-13 / in
11,45-57
Martes 28 Marzo



Sixto III; Gontrán;
Doroteo; José
Sebastián Pelczar

PALABRA:
Juan 11,45-57
En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vo
sotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente con los judíos, sino que se retiró a la región vecina del desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.


«Y decidieron darle muerte...»
Jesús acaba de devolver la vida a Lázaro. Jesús, cada día que pasaba, tenía más poder de atracción sobre la gente. Y los dirigentes judíos se daban cuenta de que mucha gente tomaba a Jesús en serio. En ese momento, surge la alternativa: «O él o nosotros». Y tomaron la decisión lógica: «hay que darle muerte». Aquellos dirigentes se dan cuenta de que no pueden compaginar sus planteamientos con los de Jesús. Para nosotros, el problema principal radica cuando intentamos «compaginarlo todo». Y colocamos a Jesús en el centro de tantas actividades, actitudes y decisiones que no son evangélicas. Entonces, surge un cristianismo hipócrita, escandaloso.





martes, 28 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL LUNES 27/03/2017



V de Cuaresma 
1° del salterio
Jer 20,10-73 /Sal

17 /ln 70,37-42
Lunes 27 Marzo





Ruperto; Lidia; Bto. 
Francisco Faá di 
Bruno

PALABRA:
Juan 10,31-42 
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí.


La fuerza de los testigos
Prosigue ese enfrentamiento entre los fariseos y Jesús. No pueden entender que sea hombre y que sea Dios. Todo el mundo veía que era un hombre. Y todo el mundo veía que hablaba como Dios. Por eso, por no entenderlo, califican de «blasfemia» cuanto dice. Pero allí estaban sus obras: acoger a todo el mundo, curar a los enfermos, orientar e iluminar a los descarriados, ofrecer paz y consuelo a la gente desolada. «Creed en mis obras», dice el Señor. En este mundo nuestro, el argumento central de las mejores convicciones será siempre el de las obras, el del testimonio fiel, siguiendo los pasos de Jesús. La gente, decía Pablo VI, escucha más y se convence mejor por los testigos que por los maestros. Y si escucha a los maestros es porque también son testigos.                                                                                                                                          


lunes, 27 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL DOMINGO 26/03/2017




V de Cuaresma
lº del salterio
Gén 17,3-9 / Sa1104

/Jn 8,51-59
Domingo 26 Marzo







Braulio de Zaragoza;
Montano y Máxima;
Bta. Magdalena

Catalina Morano

JORNADA PRO-VIDA
PALABRA:

Juan 8,51-59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre». Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo: «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo». Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Una vida con esperanza

A los pocos días de ser elegido, el papa Francisco lanzó este reto a los jóvenes: «Por favor, no os dejéis robar la esperanza». Jesús nos ofrece una vida con esperanza: «quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre». Se trata de una vida con esperanza, es decir, con plenitud de sentido. No obstante, a veces nos encontramos con un cristianismo aferrado a costumbres y a legislaciones que ensombrecen su verdadero horizonte. Es lo que le pasó a los fariseos del tiempo de Jesús. Querían mantener sus costumbres, cerraban sus ojos a ese mundo nuevo, a esa vida nueva que les presentaba Jesús. No lo aceptan. Más aún, se oponen a él con todas sus fuerzas, llegando a la descalificación de su vida y a la agresión personal. «Nunca os dejéis vencer por el pesimismo», nos ha dicho el Papa en muchas ocasiones.







domingo, 26 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL SÁBADO 25/03/2017


Oficio de la S.

157,10-14;8,10/ 
Sa139 / Heb 10,4-10 
/ Lc 1,26-38
Sábado25 Marzo






Anunciación del 
Señor, s.
Isaac; Lucía Filippini; 
Sebastián de

Aparicio

PALABRA:
Lucas 1,26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel la dejó.

La fuerza del «hágase»
Acaso una de las palabras más importantes de la historia de la humanidad sea la palabra «hágase». Cuatro «hágases» sostienen como columnas el mundo. Primero, el «hágase» de la Creación: «Hágase la luz», dijo Dios y creó el universo. Segundo, el «hágase» de la Encarnación: «Hágase en mí según tu Palabra», palabras de María al arcángel Gabriel, y Dios pone su tienda de campaña entre nosotros. Tercero, el «hágase» de la Redención: «Haz que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya». Cuarto, el «hágase» de nuestra santificación, que sale de nuestros labios cuando rezamos el Padrenuestro: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». María se abre a la voluntad de Dios, al proyecto de Dios sobre Ella. Y lo acepta plenamente.






sábado, 25 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL VIERNES 24/03/2017






V de Cuaresma
lº del salterio
Núm 21,4-9/Sal
101 /Jn 8,21-30






Catalina de Suecia;
Bto. Diego José de
Cádiz; Bta. María

Karlowska



 PALABRA:
Juan 8,21-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me Buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?». Y él continuaba: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados». Ellos le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les contestó: «Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él. 



«¿Quién eres Tú, Señor?» 
La vida de Jesús resulta desconcertante para los que le seguían, sobre todo para los fariseos. Por una parte, veían en él a un hombre y, por otra, escuchaban de sus labios palabras que solo podían venir de Dios. Así, surge la pregunta directa: «¿Quién eres tú?». Jesús explica su procedencia del Padre, que le ha enviado, está con él y no lo deja solo. Jesús, por su parte, hace siempre lo que le agrada al Padre. Pero los fariseos no entienden que Dios es Padre sino que lo ven y lo presentan como juez, que castiga a los que no son como ellos, cumplidores a rajatabla de las leyes y los preceptos. Lo más importante es que descubramos a Dios en la presencia de Jesús, en su forma de actuar, de comportarse, en sus palabras y en sus gestos. Jesús nos dice cómo actúa Dios, cómo se comporta, qué ocurre y qué acontece cuando se hace presente en la vida.





viernes, 24 de marzo de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL JUEVES 23/03/2017




V de Cuaresma 
1º del salterio
Dan 13,1-9.15-17 
19-30.33-62/Sal 
22 /In 8,1-11






Toribio de
Mogrovejo, c.
José Oriol; Lidia;
Fidel; Bto. Alvaro del 
Portillo


PALABRA:
Juan 8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E, inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».


¡Dios nunca se cansa de perdonar!
En el rezo de su primer Ángelus, tras su elección como Pontífice, el papa Francisco comentó hermosamente este pasaje: «Nos conmueve la actitud de Jesús con la mujer adúltera: "Tampoco yo te condeno". El rostro de Dios es el de un Padre misericordioso. Siempre tiene paciencia. Tiene paciencia con nosotros. ¡Dios nunca se cansa de perdonarnos! ¡Nunca! El problema es que nosotros nos cansemos de pedir perdón. Pero él nunca se cansa de perdonar; somos nosotros los que, a veces, nos cansamos de pedir perdón. Tenemos que aprender a ser más misericordiosos con todos». ¡Qué mensaje tan conmovedor el que nos dejó el papa Francisco. Aprendámoslo bien: «Dios nunca se cansa de perdonarnos». Basta que nosotros se lo pidamos con fe. La paz será el premio. Y una sonrisa que embriaga de ternura nuestras vidas.







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