2° del salterio
1s 50,4-9a / Sal 68 /
Mt 26,14-25
Sábado 01 Abril
Na Sra. de la
Caridad; Tomás de
Tolentino; Celso;
Hugo de Grenoble
Mateo 26,14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"». Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar». Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido». Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho».
La traición y su mezquino precio
La figura de Judas simboliza el mundo de las traiciones y de las infidelidades: traiciones a la amistad y a la vida, a nuestras promesas y compromisos, a la palabra que hemos dado como señal de entrega. Judas ha ido almacenando un cúmulo de sentimientos malsanos en su corazón: el materialismo, la envidia, el agrado a los dirigentes. Judas se pone de acuerdo en el precio de la traición. ¡Cuánto duele la puñalada por la espalda, el engaño, la falta de sinceridad y de autenticidad! ¡Y qué precios tan ridículos suelen tener nuestras traiciones!
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