miércoles, 5 de abril de 2017

CULTÍVATE CON LA PALABRA QUE ES VIDA DEL MARTES 04/04/2017

Vigilia Pascual
Oficio propio
Gén 1,1-2,2
Sal 103 (o bien
Sal 32)
Gén 22,1-18
Sal 15
Éx 14,15-15,1
Sal Ex 15
15 54,5-14
Sal 29
1s55,1-11
Salís 12
Bar 3,9-15.32-4,4
Sal 18
Ez 36,16-28
Sal 41 (o bien
Sal 50)
Rom 6,3-11
Sal 117
Mc 16,1-7






Na Sra. de la
Soledad;
Benito Africano;
Ambrosio; Telmo;
Cayetano (lanoso;
Bto. Francisco Marto
de Fátima




PALABRA:
Marcos 16,1-7
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: «No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo».



Seamos fuego, luz y agua viva
¡Qué noche más santa, más hermosa, más emotiva! Bendecimos el fuego nuevo, encendemos el cirio pascual, abrimos el manantial del agua viva en la pila bautismal. Seamos nosotros fuego que purifica; seamos luz en medio de las tinieblas; seamos vasos de agua limpia y cristalina para calmar la sed de nuestros hermanos. En la renovación de las promesas del bautismo, renunciamos al mal y «resucitamos» por dentro. Los templos se iluminan por fuera y los cristianos nos iluminamos por dentro. Cada uno de nosotros nos convertimos en «pregones pascuales vivientes» que anuncian por todos los caminos de la tierra la resurrección de Jesús, nuestras constantes resurrecciones tras los fracasos y derrotas. Será pequeña nuestra llama, pero irradiará esperanza en todas las direcciones.



Jesús resucitado, eres el más bello de los hombres, en tus labios se difunde la gracia, porque Dios Padre te ha bendecido y resucitado en el amor del Espíritu. Has salido de la noche oscura de la muerte y como grano de trigo has fructificado asomando de nuevo tu rostro a la vida para alimentarnos con tu presencia.




           




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